PIRINEOS
MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS

LA BRECHA DE ROLANDO

Extracte del llibre ‘PIRINEOS. MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS’ (Ediciones Península, 2023), escrit per KRIS UBACH
Las mujeres no realizan ascensiones difíciles en los Pirineos, a excepción de la duquesa de Berry, que llevó a cabo la de la brecha de Rolando acompañada por treinta guías.

Fue Juliette Drouet quien lo escribió en su diario en 1843. Drouet, que había sido una actriz famosa en el París de la luz y de la bohemia, lo dejó todo para acompañar a su amante en sus viajes por Europa. Así fue como junto al caballero en cuestión llegó a Cauterets, la célebre y refinada contrincante termal de Panticosa al otro lado de la cordillera. Como casi todas las personas que en aquella época tenían tiempo, dinero y ganas de aventura suficientes como para visitar unas montañas a las que nadie más quería ir, Drouet también quedó fascinada por los Pirineos. La refinada artista — que tuvo una intensa carrera epistolar y que mientras duró su relación llegó a mandar más de veinte mil cartas a su gran amor— escribió sobre la vida en el balneario y sobre los paisajes pirenaicos.

Hay que andar aproximadamente una hora desde el pueblo de Gavarnie, un enclave con más plazas de aparcamiento que habitantes y desmesuradas tiendas de sports, montagne y randonee que sin turistas no tendrían razón de ser, para llegar hasta el célebre circo glacial homónimo. El cul-de-sac montañero más famoso de los Pirineos — con perdón de Ordesa y su Cola de Caballo— es uno de esos lugares que sí, que bien merece la fama que tiene. Es un muro, una pared cóncava, un anfiteatro de piedra surcado por terrazas de nieves perpetuas por el que se desliza, casi flotando, una cascada de 423 metros a la que alguien en un alarde de originalidad bautizó como la Grande Cascade. El impacto visual es grandioso porque, además, coronando ese salto de agua que parece estar en suspensión en el aire, está la cereza del pastel: los emblemáticos tresmiles del Marboré con sus Espalda, Torre y Casco. Y justo debajo se acurrucan, obstinados por no desaparecer, los glaciares de l’Épaule, la Cascade y Ouest du Marboré.

—Mira — me indica Núria señalando una de las crestas escoradas a la derecha de la panorámica montañera—, eso de ahí es el pico de Sarradets. Detrás queda el refugio donde pasamos la noche aquella vez que subimos por la Faja de las Flores. No sé si te acuerdas, pero desde Sarradets solo quedan trescientos metros hasta la brecha a través del glaciar.
—¿Mañana quieres que lo afrontemos desde aquí o subimos desde el collado de Tentes? — le pregunto, ya que Núria siempre ha sabido interpretar los mapas mejor que yo y, lo que es más importante, es muy buena estimando el tiempo que hace falta para cada ruta. Por eso cuando salimos con el grupo siempre se acaba encargando ella de esta parte.
—Yo subiría desde Tentes. Nos ahorraremos los ochocientos metros de desnivel de las échelles des Sarradets y con las fuerzas que ahorremos podremos subir hasta el Taillón de una sola atacada.
—Pues, venga, no se hable más. ¿Bajamos al pueblo y buscamos una boulangerie?
Antes de los cruasanes nos acercamos hasta la base de la cascada, que de cerca ya no parece flotar en el aire. El agua cae a plomo, empapándolo todo a su alrededor. Aquí debajo, mientras trato de secar la humedad que me resbala por la cara, puedo entender por qué aquellos poetas del Romanticismo se extasiaron ante la contemplación de la magnífica naturaleza de este lugar.

El solícito amante de la actriz Drouet también escribiría, y mucho, sobre los Pirineos. Detalló estos paisajes con tal exaltación y entusiasmo que no es de extrañar que tras sus perfiladas palabras los burgueses de París, Londres o Viena se lanzaran (a pesar de las dificultades del transporte) a recorrer la cordillera desde Cauterets hasta Lus e Sent Sauvaire y desde Banheras de Bigòrra hasta Gavarnie:

Quizá hayáis visitado los Alpes o los Andes: tenéis desde hace unas semanas el Pirineo bajo vuestra mirada; sea lo que fuere lo que hayáis podido ver, lo que divisáis ahora no se parece a nada de lo que habéis encontrado en otra parte […]. ¿Qué muralla, qué arquitectura humana se ha alzado jamás al nivel de las nieves perpetuas? Babel, el esfuerzo del género humano entero, se hundió sobre sí misma antes de haberlo alcanzado. ¿Qué es pues este objeto inexplicable que no puede ser una montaña y que tiene la altura de las montañas, que no puede ser una muralla y que tiene la forma de las murallas? Es una montaña y una muralla a la vez: es el edificio más misterioso del más misterioso de los arquitectos; es el coliseo de la naturaleza: es Gavarnie.

Victor Hugo, a quien se consideró el Rey Sol de la literatura francesa, falleció en París en 1886 recordando los días que pasó en el Pirineo con su amada Juliette Drouet, con quien mantuvo una relación — paralela a sus respectivos matrimonios— que duró cincuenta años, hasta la muerte de ella. Pero no es a Juliette ni a Victor a quien va dedicado este capítulo, sino a la duquesa de Berry, que aparece mencionada en el diario que escribió la actriz durante su estancia en Cauterets. La duquesa de Berry: hay que recordar su nombre, pues fue la primera mujer que subió a la Brecha de Rolando. Y no lo hizo sola, sino acompañada por treinta personas entre las que se contaban los guías, porteadores, amigos y también otras mujeres de alta alcurnia que se unieron a la aventura. Mañana emularemos (más modestamente) su gesta.
Kris Ubach ens convida a un viatge per descobrir la magnitud dels Pirineus: grans cims i valls, rius cabalosos i llogarets encantadors. Un recorregut fascinant i transversal des d’Irun fins al Cap de Creus on, a més dels paisatges idíl·lics d’aquestes muntanyes, coneixerem espies i nazis, muntanyenques llegendàries, proscrits, pastors transhumants o monges de clausura… En definitiva, personatges amb unes històries captivadores i llegendes ocultes de l’ànima pirinenca. I, sense allunyar-nos del present, sentirem les veus dels vilatans que habiten avui les seves terres, dones i homes que ens ajudaran a recuperar la memòria dels que ja no hi són i que ens mostraran com es viu a les muntanyes i com han recuperat tradicions oblidades. Tots aquests relats donaran sentit a cada parada i fonda d’aquesta aventura.

KRIS UBACH

Nascuda a Barcelona, és fotoperiodista i escriptora especialitzada en viatges, turisme i sostenibilitat. Ha viatjat a més de vuitanta-cinc països a tot el món i té un ampli coneixement de múltiples cultures i realitats socials. Col·labora habitualment en mitjans com National Geographic, Condé Nast Traveler, Viatjar, La Vanguardia, El Mundo, RAC1 o Catalunya Ràdio, a més de participar en l’edició de guies de viatges. També imparteix cursos, tallers i ponències sobre viatges i periodisme a diferents universitats i biblioteques de Barcelona i ha rebut nombrosos premis nacionals i internacionals com el Zlata Penkala (Ploma d’Or) o el Premi G!, entre d’altres.
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