Cuando nos encontramos en este punto, es un buen momento para mirar atrás y ver que no fue sólo la Iglesia católica quien empujó a cientos de cátaros a cruzar los Pirineos. La monarquía francesa también estaba interesada en poner fin a aquel estilo de vida, y sobre todo a extinguir la influencia de los condes de Tolosa, rivales de Francia y comprometidos con el catarismo. Obligados a dejar las tierras francesas, los cátaros encontraron refugio en tierras catalanas gracias a nobles como los señores de Bretós (Berga) o de Pinós (Bagà y Gósol). La ruta está llena de elementos que contextualizan la historia, algunos son notorios y permanentes, como las sierras del Cadí y el Pedraforca, que ya estaban aquí hace 700 años. Otros, aparecen y desaparecen de forma sutil. En mi camino particular, una hoja de laurel en la puerta de la iglesia de Bagà me recuerda que esta no es sólo una ruta que se pueda contabilizar con kilómetros y desniveles acumulados.
Bellver de Cerdanya representa una parada muy especial. Por lo que hemos hecho hasta ahora, y sobre todo por lo que nos queda por delante. La próxima etapa que empieza a poco más de mil metros de altitud, cruzando un río Segre que se dirige hacia el oeste, y que hace los últimos kilómetros en territorio catalán con el collado de la Portella Blanca (2.268 m) como colofón geográfico. En este collado se encuentran la frontera catalana, la andorrana y la francesa, y es el punto más alto del camino de los Bons Homes o GR-107.
La próxima etapa -la primera íntegramente en territorio francés- comienza en el pequeño pueblo de Porta, deslumbrante cuando los árboles tienen el color del otoño. A continuación sube hasta el collado de Pimorent donde, cuando el día se acorta, podemos encontrar esparcidas de forma errática flores de azafrán, que se alzan sobre unos prados que, en esta época del año, pierden la intensidad de sus verdes de forma gradual. Entre el Ospitalet y Merenç encontraremos por primera vez el río Ariège, nacido en fuente Negra, en la Alta Cerdanya, conductor de unas aguas que atraviesan prácticamente toda Francia de este a oeste. Un hipotético barco de papel que zarpara desde aquí arriba llegaría en el océano Atlántico, a la ciudad de Burdeos, previa incorporación por la derecha en el Garona, cerca de Toulouse.