El punto de partida lo encontramos en la carretera que discurre junto al tunel de la E-10, saliendo de Reine hacia el sur. La subida al Reinebringen es impresionante, por tal motivo, recomendamos subir a primera hora del día para evitar las horas centrales donde en verano el sol suele apretar. Son 480 m de subida sin parar, desde el nivel del mar hasta una de las cumbres que rodean Reine, siendo uno de los miradores más impresionantes de todas las islas Lofoten. Hoy en día la subida no presenta ningún tipo de dificultad, más allá de algún paso aéreo al llegar a la cresta y del patio que cae ante nosotros al llegar a la primera cumbre (486 m). La cumbre más alta, que sobrepasa los 500 m se encuentra justo enfrente de donde suele llegar todo el mundo, obligándonos a bajar unos metros para seguir por la cresta aérea hasta la cumbre. Con mal tiempo deberemos tener mucho cuidado al bajar, pues, aunque hay escalones, podemos resbalar. La subida pondrá a prueba nuestras rodillas, pero el esfuerzo está justificado, pues la visión panorámica que se abre ante nuestros ojos es espectacular, sobrevolando literalmente Reine.
Desde Reine seguiremos bajando hasta Sorvâgen y Â, donde termina la carretera E-10. Mas allá, solo queda roca y agua…hasta llegar a las últimas islas, Varoy y Rost, accesibles en barco desde el puerto de Moskenes. En Varoy podemos realizar varias excursiones panorámicas, pudiendo transportar nuestro coche en el ferry. La carretera E-10 termina en un punto donde podemos dar la vuelta o aparcar tranquilamente, siguiendo unos metros por un camino de tierra que se convierte en sendero, llegando casi al agua. Las cumbres y paredes de roca son un cocktail perfecto entre Jurassic Park, Juego de tronos, El señor de los anillos y Vikingos.
Uno de los trekkings más interesantes de las Lofoten, junto a los senderos que conducen a playas y la subida al Reinebringen, es el que asciende hasta el refugio Munkebu y la cumbre del Hermansdalstinden (1.029 m), una de las cumbres más altas de las Lofoten. El camino se inicia en Sorvagen y sube bordeando varios lagos preciosos. Si no paramos a dormir junto al refugio o en su interior (es libre y hay que pedir el código de la puerta en Sorvagen), la subida invierte unas 14 horas (ida y vuelta), siendo recomendable realizar el trekking en dos jornadas, para poder disfrutar del itinerario y del paisaje que se abre ante nosotros. Desde la punta situada más al sur de las Lofoten, iniciaremos el camino de regreso hacia Narvik (podemos seguir subiendo hacia Tromso y el Cabo Norte si disponemos de tiempo suficiente) recorriendo en esta ocasión de sur a norte las islas a través de la E-10, una carretera que sin duda será largamente recordada. Al subir hacia Narvik y Harstad, el paisaje cambia, pues lo que antes veíamos de bajada, ahora lo vemos de subida, con el contraste que implica tener una misma visión panorámica desde ángulos distintos. Pasaremos por Leknes y recomendamos parar por lo menos un día en Henningsvaer, durmiendo en el bucólico y acogedor camping de Sandvika, situado muy cerca de Henningsvaer, con la intención de cenar con calma y disfrutar de la puesta de sol. El camping se encuentra situado en una playa muy simpática, con una pequeña cumbre que domina todo el area de acampada. Son muchos los que vienen a Henningsvaer para realizar excursiones en Kayak, así como BTT y senderismo.
Desde el camping, nos acercamos a Henningsvaer, uno de los pueblos más fotografiados de todas las islas Lofoten (junto a Reine) junto a su pequeño puerto, varios canales y su campo de fútbol que aparece en miles de postales gracias a las fotos que facilitan los drones. Las cumbres que se levantan al norte de la población son asequibles a través de un sendero bien visible desde la carretera, permitiendo llegar hasta un collado (parecido a Reinebringen) desde donde se disfruta de una visión panorámica sublime. Un buen calzado y una buena forma física nos ayudarán a superar una subida dura, pero muy gratificante.
Dejamos atrás Henningsvaer y el camping de Sandvika (donde nos remojamos los pies y parte del cuerpo en el agua fría pero no helada) y seguimos subiendo hacia Narvik. Al cabo de unos minutos, llegamos a una de las poblaciones más grandes de Lofoten, Svolvaer, donde encontramos un interesante museo sobre la importancia de las islas durante la Segunda Guerra Mundial. Las tropas alemanas destacaron en las islas varias bases de submarinos, escondidas estratégicamente. Desde Svolvaer parten ferrys hacia Bodo y hacia la pequeña isla de Skrova. Podemos visitar el centro de la población y alguna de las pequeñas islas conectadas por puentes, donde brillan con luz propia las casitas de colores típicas del norte de Noruega y los barcos pesqueros.