POMPEU FABRA, EXCURSIONISTA
Pompeu Fabra tenía el convencimiento de que el excursionismo enseñaba a conocer y amar la tierra, y esto era algo indispensable para la formación de la persona, y también para la articulación de la nación catalana. Quizá por eso, cuando tenía 74 años, mientras estaba en el exilio en Prades, improvisando tal vez una breve descripción de su intensa y productiva vida, manifestó: «Todos los deportes me gustan, pero el excursionismo todo. Para mí ha sido el complemento de mi vocación filológica. Ni la práctica del excursionismo ni el estudio de la lengua no me han dado nunca ningún disgusto».
Aunque Fabra fue un buen excursionista, no en el sentido de explorador o conquistador de grandes retos alpinísticos, sino como un perfecto amante de la montaña, el caso es que no dejó casi nada escrito de sus excursiones. Por lo tanto, la información que nos ha llegado de esta faceta de su vida es más bien escasa, pobre, carente de detalles. A menudo la fuente proviene de algunos amigos o discípulos, que dejaron escritos brevisimos comentarios, como por ejemplo Francisco Arnó y Santos, miembro del grupo de «Los Pompeus», que reporta las excursiones de Fabra en la Costa Brava. Los comentarios de Joan Coromines, discípulo de Fabra, llevan también un poco más de información: los famosos campamentos Fabra en los Pirineos o la excursión a la sierra de Busa. Así mismo, aunque nos ha quedado constancia de una larga y original travesía que Fabra hizo en diversas jornadas, a pie y en barca, que iba desde Fraga hasta el antiguo y desaparecido faro de Buda, a la isla de Buda, en el delta del Ebro.
Al inicio de esta actividad excursionista, podemos decir sin temor a equivocarnos, que las primeras caminatas de Fabra eran sencillas, simples paseos por los alrededores de Barcelona, para admirar y disfrutar la naturaleza, como por ejemplo la larga excursión que hizo con su amigo Jaume Massó i Torrents en Collserola, del que se dice que la habría iniciado en esta afición por la montaña. Massó i Torrents fue un hombre importante en su tiempo: escritor y erudito, fundador de L’Avenç, la más importante revista modernista y catalanista. Este fue el itinerario: Fabra y Massó i Torrents salieron a las cinco de la mañana de la plaza de Cataluña hacia Sarrià, Molins de Rei, El Papiol y Rubí hasta Sant Cugat, y volvieron a Barcelona por el Tibidabo y Sant Gervasi de Cassolas. Más adelante, de mucho renombre fue la travesía pirenaica de Ripoll o Ribes de Freser a toes, pasando por Nuria, el Noucreus y el valle de Carançà, y los estanques de Noeda, que también hizo acompañado de Massó i Torrents -con quien después subiría a las Agudas y al Carlit-, el escritor Joaquim Casas-Carbó y los músicos Enrique Granados y Enric Morera. Se explica de esta excursión que, en oscurecer, tuvieron que pasar la noche al raso, a la vista del macizo del Canigó. La anécdota es que de este vivac forzoso nació una ópera: El hada, con letra de Massó i Torrents y música del maestro Morera, estrenada el 14 de febrero de 1897 en el Teatro del Prado de Sitges, en el marco de las fiestas modernistas de Sitges. La acción se sitúa en el lago Negre, en las montañas del Conflent y la Fenolleda, durante el reinado de Jaime I.