La cordada formada por Félix y Alberto Iñurrategi ha sido singular dentro del montañismo vasco: un vínculo sólido, un modo de hacer, un compromiso leal hacia los compañeros y hacía quienes les han acompañado en su trayectoria, una mirada que ha sabido entender la montaña en toda su extensión. Para ellos lo importante no ha sido solo la cumbre, sino el modo de abordar la montaña, el camino, jalonado por pueblos y gentes. Eran dos pero al mismo tiempo eran uno. La ecuación de su cordada es una paradoja matemática: uno no llega a uno; dos, dos y medio. Esa simbiosis hizo que pronto se convirtieran en grandes, no solo por sus logros, sino por esa manera suya de hacer y entender la montaña.
La inflexión llegó tras alcanzar la cima del Gasherbrum II, su duodécimo ochomil. En el descenso, Félix perdió la vida, y el trágico accidente dejo sin latido a toda Euskal Herria. “Mañana también amanecerá”, solía decir Félix, y quizá fue esa forma de ver la vida, ese latir que les impulsaba a la montaña, lo que hizo que el pulso reviviera, que Alberto recuperase la ilusión por la montaña y sus gentes. Hoy, ese latido sigue vivo, y la Fundación Baltistán, creada tras la muerte de Félix, busca en alturas máss humildes cumbres mucho más complicadas, como procurar mejorar la forma de vida de los habitantes del valle de Hushe.
A continuación puedes leer un extracto de esta novela gráfica creada por RAMÓN OLASGASTI, CÉSAR LLAGUNO y FELIPE H. NAVARRO, publicada por la editorial ‘SUA EDIZIOAK’.