VIENTO SALVAJE

CRÓNICA DE UNA TRAGEDIA EN EL PIRINEO

Extracto del libro ‘VIENTO SALVAJE’ escrito por JORDI CRUZ (Volcano Libros)

Es la crónica intensa del episodio de ventisca que asoló los Pirineos, de forma brutal y repentina, durante los últimos días del año 2000:
de los excursionistas que se vieron atrapados alrededor de la cima del Balandrau y de los equipos que intentaron su rescate.
El viento, la nieve y una bajada brusca de las temperaturas provocaron la tragedia de montaña más importante que se recuerda en el Pirineo catalán.

A continuación podéis leer unos fragmentos del libro…

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Balandrau y Gra de Fajol,
media mañana del sábado 30 de diciembre del 2000

A las once de la mañana, Lluís Tripiana y Enric Llàtser, los dos alpinistas del Club Alpino Palamós que se entrenaban para subir el Aconcagua a mediados de enero, acabaron de andar los últimos metros de la aproximación al Gra de Fajol, y ya se encontraban a los pies de la canal de nieve que tendrían que escalar para subir hasta la cumbre. El cielo estaba casi cubierto por nubes altas y la temperatura era baja, las mejores condiciones para escalar sobre superficies nevadas, ya que no existe peligro de que el calor la pueda ablandar.

Se pusieron los crampones, el arnés y el casco, prepararon las cuerdas y empezaron la escalada sin más dificultades. A la una del mediodía terminaron la ascensión de la canal y llegaron a la cresta que separa los dos picos del Gra de Fajol. Allí arriba el viento soplaba con intensidad entre floja y moderada, cosa que es muy habitual al encontrarse a más de 2500 metros de altitud, sobre todo en el Pirineo más oriental, y el cielo ya estaba totalmente cubierto de nubes altas y delgadas y algunas nubes medias. Además, el ambiente era más fresco y Enric, que había hecho la ascensión en camiseta de manga corta para evitar el sudor y porque no hacía frío, se puso un forro polar. Sin embargo, no parecía que fuera a hacer mal tiempo durante las horas siguientes, así que como en casa no les esperaban hasta las cinco o las seis de la tarde, Lluís y Enric decidieron no bajar por la ruta habitual sino continuar hasta el más alto de los picos del Gra de Fajol, que quedaba muy cerca, bajar hasta el collado de la Marrana, dirigirse después al refugio de Ulldeter y desde allí al aparcamiento donde habían dejado el coche por la mañana.

Al llegar al Gra de Fajol grande se encontraron con la pareja de escaladores de Sant Cugat, Marc Pons y Marta Valls, que aquella mañana también habían escalado ese pico. Se saludaron y a continuación empezaron, más o menos juntos, el descenso en dirección norte, hacia el collado de la Marrana.

Algo más al sur, el grupo de cinco esquiadores de montaña continuaba su ascenso al Balandrau. A medida que ganaban altura y se aproximaban al collado de los Tres Picos, empezó a soplar el viento, de momento con una intensidad que podía considerarse normal en alta montaña. Más adelante, a unos cientos de metros tan solo, el frío había endurecido mucho la nieve, cosa que dificultaba enormemente subir con esquís la fuerte pendiente hasta el collado, así que, a pesar de la desilusión de no poder llegar a la cumbre, decidieron no arriesgarse a pasar un mal rato y dieron media vuelta. Eran prácticamente las dos de la tarde, estaban a casi 2400 metros de altitud y la temperatura era de tres grados bajo cero. Se pusieron el anorak, sacaron las pieles de foca de los esquís y empezaron a esquiar montaña abajo en dirección a los coches.

Durante diez minutos pudieron disfrutar deslizándose sobre la nieve virgen mientras bajaban la Coma de Fontlletera; diez minutos durante los que la temperatura continuó bajando y el frío empezó a ser intenso, tan intenso que a Josep Maria Vilà empezaron a dolerle las manos, probablemente porque le había dado sus guantes a Mònica Gudayol y él llevaba unos de forro polar que no aislaban demasiado bien del frío. Afortunadamente, sin embargo, al cabo de un rato Oriol Fernández le dejó unos buenos guantes de repuesto, a la vez que le recomendó que moviera los brazos haciéndolos girar rápidamente, como si fuera un molino, una maniobra que hace que la sangre llegue a las manos gracias a la fuerza centrífuga causada por el movimiento circular a gran velocidad, haciendo que estas se calienten.

Y mientras el grupo de cinco esquiadores bajaba por la Coma de Fontlletera, el otro grupo de tres excursionistas, Pep Marí y Josep Miralles con esquís, y María Àngels Belsa con raquetas de nieve, llegaban a la cumbre del Balandrau a las dos en punto de la tarde. Allí, María Àngels sacó un teléfono móvil del bolsillo de su anorak y aprovechando que arriba había cobertura, cosa que no ocurría durante el resto de la excursión, llamó a su hijo para comunicarle que habían llegado a la cima y que empezaban el descenso para ir a comer a Tregurà.

De repente, sin embargo, poco después de las dos de la tarde y sin ningún aviso, una ráfaga de viento muy fuerte golpeó a los dos grupos que bajaban del Balandrau. Todos se quedaron mudos, sorprendidos, sin saber qué había pasado. A los pocos segundos llegó una segunda ráfaga y después una tercera. El temporal de viento había empezado.

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JORDI CRUZ SERRA

Físico i meteorólogo, desde 2003 es técnico del Servei Meteorològic de Catalunya (SMC). Ha trabajado en numerosos medios de comunicación y entre 1990 y 2002 fue el ‘Hombre del Tiempo’ de Antena 3 TV. Ha sido profesor en el Graduat Superior de Meteorologia de la UB y en la escuela de pilotos Aerolink de Sabadell. Conferenciante y articulista, es el autor de ‘3Nits de Torb i 1 Cap d’Any. Una tragèdia al Pirineu’, de Símbol Editors, editado en castellano por Volcano Libros con el título ‘Viento Salvaje’.
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