Islandia Coast to Coast

ISLANDIA COAST TO COAST

LA GRAN TRAVESÍA DE NORTE A SUR

Crónica escrita por XAVIER BORRELL y ORIOL BORRELL publicada en la revista VÈRTEX número 295

En 2019, Xavier y Oriol Borrell (padre e hijo) realizaron una travesía de las que no se hacen cada verano. Cruzaron Islandia de costa a costa en veintidós etapas, a lo largo de 550 kilómetros en las que superaron casi 10.000 metros de desnivel acumulado de subida (y los mismos de bajada). Las cifras hablan de la envergadura de la actividad, pero no reflejan las hostilidades de un terreno y de un clima contra los que resulta difícil luchar.
Islandia coast to coast
Montaña Hattafell, en el tramo Alftavatn-Emstrur (© Oriol Borrell y Xavier Borrell)

UNA AVENTURA COMPLEJA

A principios de Julio de 2019, padre e hijo emprendemos la aventura de cruzar Islandia, de norte a sur, de Asbyrgi a Skogar, caminando y sin asistencia. Es una aventura compleja que requiere preparación y planificación. Sabemos que nos encontraremos con situaciones y paisajes muy diferentes, todos muy espectaculares: grandes extensiones de arena y piedras volcánicas, ríos de agua helada con mucho caudal que deberemos cruzar, extensas estepas, collados de montaña, neveros y nieve, viento, tormentas de arena… nos hemos preparado para todo esto.

Son 550 km de costa a costa y para concretar nuestro itinerario priorizamos dos criterios: pasar por tantos lugares emblemáticos como podamos sin desviar mucho el rumbo y que cada 4/6 días debemos hacer noche en un refugio guardado donde poder avituallarnos. Por último, entrelazando más de 20 tracks de wikiloc, conseguimos unir las dos costas en 22 etapas. Cada una de ellas pasan también por algunos refugios libres, pero la mayoría de días utilizamos la tienda. En ninguno de los 3 refugios guardados por los que decidimos pasar nos venderán comida, esto nos obliga a repensar la intendencia: previamente preparamos unas cajas con unos 10 kg de comida liofilizada, jamón, frutos secos, sopas, barritas energéticas… que enviamos a los refugios por distintos medios y que iremos recogiendo a lo largo de la travesía, esto nos permite dosificar el peso e ir muy bien alimentados. A pesar de que todos los ríos son potables nos encontramos en algunas etapas con problemas de falta de agua o aguas sucias, prevenidos incluimos un filtro potabilizador de agua en el equipamiento. Llevamos una mochila bastante cargada para las eventualidades que nos iremos encontrando: frío, lluvia, viento, arena, nieve, mosquitos… y una buena tienda que nos permite descansar bien. Unas placas solares nos proporcionan la energía para móviles, GPS, cámaras, frontal (poco útil, en verano no se hace de noche) y el Personal Location Beacon (transmisor de radio que se puede activar en caso de emergencia para obtener ayuda si es necesario, se puede alquilar en las oficinas de Safetravel, donde deberemos dejar registrada nuestra ruta).

Islandia es un país geológicamente muy activo y tanto ríos como lagos pueden variar su ubicación y condiciones de un año a otro. La mayoría del agua de los ríos provienen del deshielo y en algunos casos existen variaciones de caudal muy importantes. Es imprescindible comentar con los Rangers de los refugios cuáles son nuestros planes y escuchar sus consejos.
Islandia coast to coast
(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
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(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
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(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)

COAST TO COAST

La aventura comienza en una remota playa del norte de Islandia, cerca de la desembocadura del río Brunná. No es un lugar emblemático, pero poner los pies después de tanto tiempo de preparación es muy especial, lo tenemos todo listo. Hemos empezado aquí por el simple motivo de ser el punto de costa más accesible desde el cañón Ásbyrgi, donde pasamos la primera noche. El Cañón nos da la bienvenida al parque natural de Jökulsárgljúfur creado para proteger el tramo final de la cuenca del río Jökulsa que lleva milenios esculpiendo un impresionante cañón. Aprovechamos un camino muy bien indicado que lo resigue para llegar a Detifoss, la cascada con mayor caudal de Europa. Dejamos atrás el conjunto turístico de las cataratas y apuntamos hacia el oeste, dirección al lago Eilífsvötn y la cabaña de pastores Hlíðarhagi. Rodeados de niebla y sin traza asaltamos las empinadas paredes de una colina, esquivando torrentes y placas de nieve difíciles de anticipar por la falta de visibilidad. Arriba nos espera Krafla, una de las zonas volcánicas más activas de Islandia. Visitamos el cráter Viti y la zona volcánica Leirhnjúkur desde donde enlazamos con la Krafla route, el camino que nos lleva al Lago Myvatn. Reykjahlíð marca el final del primer bloque. Hemos compactado 5 de las etapas previstas en 4 días y estamos sorprendidos y desbordados por la belleza del paisaje, lo esperábamos mucho más monótono y plano y hasta ahora no ha habido un km que no nos haya mostrado un matiz nuevo y estimulante. Instalados en una parcela idílica del camping saqueamos la primera caja de provisiones y tomamos fuerzas para el bloque II de la ruta.
Islandia coast to coast
(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
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(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
Por la mañana, aprovechamos un recorrido local para encadenar tres reclamos naturales de Myvatn: La cueva de lava Grjótagjá con un característico lago termal dentro, el cráter del volcán Hverfjall y Dimmuborgir, un laberinto de esculturas de lava tan atractivo como turístico. De esta forma dejamos atrás el lago y la civilización, los campos y granjas se van difuminando hasta convertirse en una planicie que parece no tener final. Ante nosotros, un par de mesetas solitarias rompen el horizonte y nos hacen de faro. En dos etapas llegamos a Botni, una cabaña de madera muy acogedora y bien equipada. Rodeamos las paredes nevadas del famoso volcán Askja por el valle de Dyngjufjalladalur hasta la cabaña Dyngjufell, donde descansamos para afrontar con fuerzas una de las etapas más duras y gratificantes del recorrido. El esfuerzo tempranero por subir al cráter queda ampliamente recompensado al ver la panorámica de toda la caldera nevada. Bajamos al interior del cráter para darnos un baño en las aguas termales del lago Viti y salimos por el extremo opuesto en dirección a Dreki. Ya estamos al final del segundo bloque y comprobamos que la caja que empaquetamos hace días también ha llegado.

Con las mochilas cargadas de nuevo, dedicamos toda la etapa a cruzar una gran extensión de arena fina en la que nos hundimos fácilmente. De vez en cuando una ráfaga de viento nos envuelve en una nube de polvo forzándonos a cerrar los ojos y esperar. Ya al atardecer, topamos con el río Flaedur en plena crecida, a partir de las 11h el deshielo aumenta considerablemente y el río se desborda inundando un lecho de sedimentos hasta 4km de distancia que nos cierra el paso. Debemos esperar al día siguiente y asegurarnos de que plantemos la tienda en una zona no inundable. Por la mañana, la explanada ya ha drenado y debemos apresurarnos a llegar al punto de cruce. Caminar por Islandia implica cruzar ríos a diario pero éste es con diferencia el más bestia que cruzaremos. Tiene 80 metros de ancho divididos en varios ramales, algunos de ellos con rápidos y la temperatura no dista mucho de los 0ºC. Los pies tardan en recuperarse, pero en el fondo quizás les ha ido bien y aún nos acaban llevando a la cabaña Kistufell. Hace tres días que no encontramos agua potable, los ríos glaciares como el Fleaedur llevan demasiados sedimentos como para que pueda consumirse y no tenemos herramientas para filtrarla. Tenemos la boca disecada y andamos imaginando un río que no llega. Finalmente, una mancha de verdecillo a la distancia nos conduce hasta un riachuelo que ha venido para enseñarnos a valorar el agua como nunca habíamos hecho. El collado de Gjósta nos abre la ventana a un valle rodeado de montañas de colores y multitud de ríos que se entrecruzan tejiendo una cama de arena oscura hasta perderse en el horizonte. ¡El paraíso es Vonarskarð! Como un oasis en medio del desierto. Es un lugar de una belleza única y uno de los momentos más intensos de la travesía: «Por eso hemos venido a Islandia» gritamos ante la inmensidad. Plantamos la tienda en el lugar más idílico que encontramos, sobre una alfombra verde junto a un río.
Islandia coast to coast
(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
Al día siguiente nos exploramos la zona de interés geotermal de Hverahlíð. A medida que nos adentramos, los pies se hunden y enganchan en un barro estratificado de diferentes colores, acabamos con cuatro dedos de barro adherido a las suelas, las botas pesan y las puntas de los palos, mojadas en la misma mezcla de minerales, parecen los pinceles de lo que hace unos años pintó estas montañas. Rojos, naranjas, ocres, amarillos, blancos, negros,… El aire, bien húmedo, huele ligeramente a azufre y nos irrita los ojos y rasca en la garganta al respirarlo. A medida que ganamos altura, los ocres dejan paso de nuevo al negro, el barro en las rocas y los gases en el aire puro. Antes de llegar al refugio guardado de Nyidalur, donde termina el tercer bloque, el camino sube aún más y recorre la cresta Mjóháls desde donde se pueden ver unas vistas impresionantes del glaciar Tungnafellsjökull.

Durante la preparación de la ruta consideramos que el itinerario más espectacular y salvaje para enlazar Nyidalur y Landmannalaugar era bordear el glaciar Vatnajökull y el lago Langisjór. Aunque el recorrido es técnicamente posible, el guía del refugio de Nyidalur nos lo desaconseja: las elevadas temperaturas de los últimos días han acelerado el deshielo del glaciar y sería muy probable que nos topáramos con ríos con más caudal que el Fleadur, imposibles de cruzar a pie. Un poco a regañadientes nos cogemos a una alternativa mucho menos estimulante pero más directa, cruzar los Highlands aprovechando el recorrido de la milenaria ruta Sprengisandur convertida en la popular pista de tierra F26. Cruzamos el centro geográfico de la isla encadenando 120 km por un monótono desierto de arena negra. A derecha e izquierda, enmarcando el horizonte, las imponentes y kilométricas fachadas de los glaciares Hofsjökull y Vatnajökull brillan. A pesar de la simplicidad del paisaje que nos rodea, en estos días también hemos visto paisajes llenos de belleza, fruto de las múltiples combinaciones de luces y sombras que las nubes proyectaban en todas direcciones. La llegada a Landmannalaugar ya nos da pistas de que estamos en el punto más concurrido de todos los que hemos pasado hasta ahora y es que aparte de la facilidad para acceder (F208) y el espectacular enclave del refugio, desde aquí sale uno de los trekkings más famosos del mundo: «Laugavegur Trek» que recorre la región de Fjallabak hasta el valle de Thorsmork y que hemos pensado dividir en 3 etapas para saborearlo como es debido:
Landmannalaugar – Álftavatn – Emstrur – Thorsmork.
Sólo ese tramo de la ruta ya da para varias páginas, así que lo dejamos para otros artículos.
Islandia coast to coast
(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
Islandia coast to coast
(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
La última gran etapa es de traca y pañuelo: después de cruzar el río Krossá subimos duro por un camino idílico rodeado de vegetación y una niebla que nos acompaña casi hasta el refugio de Baldvínsskáli, situado en el collado entre los dos neveros. La bajada final la realizamos siguiendo el curso del río Skoga, que nos va regalando un rosario de cascadas de ensueño hasta la popular Skogafoss. Muy emocionante el momento en que en el horizonte ya no hay montañas o grandes explanadas sino una línea completamente horizontal… Por último después de 543km y 21 etapas, volvemos a tener el mar a la vista. La última etapa es simbólica, un paseo llano y emocionante para poder mojar los pies en el océano Atlántico y culminar el “coast to coast”.
Islandia coast to coast
(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
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(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)
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(© Oriol Borrell y Xavier Borrell)

ORIOL BORREL y XAVIER BORRELL

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