EL CAMINO DE LA RETIRADA DEL COLLADO DE ARES

ENTRE EL RIPOLLÈS Y EL VALLESPIR

Crónica escrita por TXEMA CASTIELLA y publicada en la revista MUNTANYA número 931

Un reporte sobre la recuperación, señalización y documentación del camino de la Retirada, que pasó por el collado de Ares y unió con un vínculo de solidaridad las poblaciones de Molló y Prats de Molló, separadas por la frontera.

La caída de Barcelona, el 26 de enero de 1939, anunciaba el final de la Guerra Civil y, en aquellas semanas posteriores, el inicio de un éxodo de miles de personas que buscarían refugio al otro lado de la frontera con Francia. Los caminos de la retirada buscaban los pasos más fácilmente transitables y seguros. Así entre enero y febrero miles de soldados y familias atravesaron los puntos fronterizos -El Pertús, la Guingueta d’Ix en la Cerdanya y Portbou-, pero también algunos puertos de montaña que se convirtieron en rutas de salida improvisadas. Uno de estos pasos fue el collado de Ares (1.513 m) que conecta el Ripollès con el Vallespir, y las poblaciones de Camprodon y Molló con la vecina Prats de Molló, en el otro lado de la frontera.
Éxodo de civiles y soldados por el collado de Ares el febrero de 1939 (© Creative Commons)

1939: LA HUIDA HACIA EL COLLADO DE ARES

El 27 de enero, un día después de la caída de Barcelona, las aduanas francesas interceptaron tres hombres en las montañas de Prats de Molló. Era el anuncio de más de 85.000 personas que, en los quince días siguientes, atravesarían el collado de Ares, una cifra impresionante para un lugar tan recóndito y sin carreteras. Una fuga penosa, con el frío de pleno invierno, por caminos y senderos empinados y cargados de maletas y paquetes que tenían que ir abandonando. El día 13 de febrero las tropas franquistas llegaron al collado de Ares, el último lugar de Cataluña que ocuparon. El escritor Pere Calders, que tenía entonces 27 años y estaba alistado como topógrafo en el Ejército Popular de la República, atravesó el collado de Ares el día 10 de febrero. Su testimonio dio medida de la tragedia personal y colectiva que lo suponía:

«Caminamos con la cabeza baja, en silencio, con el pensamiento lleno de todas las cosas que dejamos detrás nuestro. Cuatro años antes, en una excursión de vacaciones, yo había recorrido ese mismo lugar con un grupo de amigos; era una de las épocas mejores de mi vida y me sentía plenamente feliz […]. Me veo obligado a huir de todo lo que quiero y tengo tanta rabia y tanta pena que lloro con los ojos bien secos y no me dolería nada morirme. El Pirineo es ahora el boquete del gran desgarro, que deshace Cataluña y con ella nuestra vida.”

Exiliado en México, Calders no volvería a Cataluña hasta el año 1962. Conscientes de su valor histórico y testimonial, los ayuntamientos de Molló, en el Ripollès, y de Prats de Molló, en el Vallespir, con la colaboración de la Generalitat de Cataluña y de la Diputación de Girona, han recuperado, señalizado y documentado el camino de la Retirada que pasó por el collado de Ares y que unió las dos poblaciones, con un vínculo de solidaridad que no se olvida. Una solidaridad patente por la rápida respuesta de los vecinos de Prats, muchos de los cuales subieron hasta el collado de Ares para ayudar a bajar los heridos, así como por las disposiciones del Ayuntamiento, que requisó la hierba y la paja de las granjas para alimentar al ganado que se desplazaba con los republicanos españoles, requirió los panaderos para hacer grandes cantidades de pan, suministró carne, conservas y patatas y abrió los centros que tenía disponibles para los heridos y improvisó campamentos junto al río Tec.
El pico del Costabona desde el collado de Ares (© Txema Castiella)

EL CAMINO DE LA RETIRADA

El recorrido del camino es una oportunidad para conocer y evocar lo que significó aquel éxodo, pero también para hacer un trayecto de gran belleza, que une los valles de Camprodon y el Vallespir, con grandes vistas sobre el Costabona, el Canigó, el Comanegra y, más lejos, las Alberes. Un recorrido de unos 14 km, con 555 m de desnivel positivo y 990 m de negativo, que se puede hacer en unas cuatro horas, sin contar paradas. El camino está bien señalizado, con marcas amarillas en la parte catalana y con palos señalizadores en la parte francesa. Además, en la parte catalana, hay varios paneles explicativos del contexto histórico.

DE MOLLÓ (1.180 m) AL COLLADO DE ARES (1.512 m)

El inicio del camino es el pueblo de Molló, una pequeña localidad de poco más 200 habitantes en una situación privilegiada por sus vistas. Empezamos a caminar a la capilla de Sant Sebastià, en la calle principal del pueblo, que seguimos para pasar delante de la preciosa iglesia románica de Santa Cecília de Molló, con una imponente campanario de cuatro pisos. Por la calle frente a la iglesia bajamos hasta que encontramos el ramal de entrada al pueblo, donde cogemos unas escaleras que hay a la izquierda y que nos llevarán hasta la carretera C38. La atravesamos para buscar a pocos metros a la izquierda el camino que inicia el descenso. Pasaremos por varias casas aisladas y vamos a encontrar, en el fondo del valle, el puente y el molino de Can Fumat.

0:15 Cruzamos el río Ritort, no por el puente de piedra más antiguo que parece invitarnos, sino por el vado que hay un poco más abajo y ya al otro lado del río giramos a la derecha por unos prados que nos llevarán hasta una pasarela de madera que hay sobre el torrente de Ginestosa. Pronto el camino se volverá un sendero que va subiendo de manera sostenida por un bosque de pinos y boj. A la izquierda va recorriendo en paralelo el hoyo de Can Bac, hasta que salimos del bosque y vamos subiendo recto por unos claros que nos dejan ver el lomo de la cresta.

1:00 Nada más llegar a la cresta, encontramos una pista que cogemos en dirección a nuestra izquierda donde vemos la Casilla de los carabineros, un par de edificios abandonados y en ruinas y, por ello, totalmente conquistados por la vegetación, una bella imagen del triunfo de la naturaleza. El paisaje ahora cambia porque caminaremos suavemente a lo largo de la cresta que une este punto con el collado Prugent, en una travesía que nos ofrece buenas vistas, lejos a la derecha, de la zona de Rocabruna y su castillo. Lejos también, a la izquierda, vemos los bosques por donde circula la carretera -normalmente muy tranquila y por donde pasa la ruta de bici Pirinexus- que va al collado de Ares. Seguimos el lomo de la cresta, pasamos por la Quera del Boc y bajamos hasta un collado donde hay nuevo poste indicador. El camino sigue por la vertiente derecha y ahora nos hará perder altura hasta llegar al collado Prugent.

1:45 El collado Prugent, rodeado por altos cardos de montaña, es el punto desde el que se inicia la subida última, rodeando por la izquierda los bosques de la montaña de Montfalgars. En menos de media hora de ascenso sostenido salvaremos los casi 200 m que nos separan del collado.

2:15 Collado de Ares. Es el punto culminante del camino de la Retirada y un lugar privilegiado por las amplias vistas que ofrece: en el lado catalán, vemos la forma piramidal de la cima del Costabona, el pueblo de Molló al fondo del valle y como fondo la sierra Cavallera y el Taga.
Barranc avall del coll d'Ares s'amunteguen, destruïts, els vehicles militars de l'Exèrcit Popular de la República durant la retirada l'any 1939
(© Col·lecció André Alis)

DEL COLLADO DE ARES (1.512 m) A PRATS DE MOLLÓ (745 m)

En el collado de Ares hay un espacio de aparcamiento de coches, un par de mesas de picnic, un monumento a la Flama del Canigó y el edificio, dañado y abandonado, de la antigua aduana. En el lado francés, la atalaya nos muestra el paisaje de montañas suaves del Vallespir. También hay un panel informativo del camino de la Retirada, con una antigua fotografía que muestra cómo barranco abajo amontonaban en 1939 los camiones y otros vehículos militares que el ejército republicano había destruido antes de abandonarlos. Por la vertiente española, los ingenieros militares habían trabajado deprisa para arreglar una pista que permitiera, sobre todo, llevar a los enfermos y heridos hasta el collado de Ares, una carretera que desaparecía en la parte francesa. Un poste indicador nos señala el sendero que desciende decididamente y que, después de un par de curvas, nos lleva a lo que debía ser una antigua pista, más ancha y llana. Podemos seguir a nuestra derecha la otra vertiente, la línea de los Pirineos que, después de la Albera, acaba en el mar cerca del cabo de Creus, una sucesión de montañas y valles donde no se ve ninguna construcción, como si estuvieran vírgenes.

2:30 Encontramos en una pronunciada curva la carretera francesa D115 que baja del collado de Ares y la seguimos durante 350 m, hasta la siguiente curva donde, a mano izquierda, encontraremos de nuevo el camino, que en pronunciado descenso atraviesa unos bancales y pastos, un lugar desde el que ya podemos admirar la majestuosa planta del macizo del Canigó, que se va alzando ante nosotros. Muy cerca tenemos las ruinas de la capilla de Santa Margarida de Colldares. Seguimos bajando para ir a buscar un frondoso bosque de abetos, que nos dará sombra y protección durante un buen tramo del descenso. Se trata de un sendero estrecho que nos acompañará en el cambio desde la cresta hacia el valle del Canadell, que dibuja el trayecto de varios hoyos (Flameja, Home Mort, Canadell) que acaban en el Tec. Al girar hacia este valle destaca a lo lejos la torre del Mir, una torre de vigilancia y señales de la época medieval que corona la cresta delantera.

3:15 El sendero, dejando atrás este primer bosque, desemboca en un camino más ancho, pronto una pista, que seguimos hacia nuestra derecha. A medio kilómetro encontramos a nuestra izquierda un letrero que nos indica que hay que dejar la pista y coger de nuevo otro sendero estrecho, que descenderá suavemente por un bosque de castaños y pinos, prestando atención para que en algún tramo hay una pendiente muy pronunciada. Más adelante el sendero se va agrandando y toma forma ya de camino. Encontraremos de nuevo la carretera D115, que atravesaremos para continuar por el sendero que se abre ante, hacia la izquierda. Seguimos descendiendo por el bosque para ir a encontrar el fondo del valle. Veremos un antiguo parque de aventura, un bosque vertical, que ahora parece en desuso y, muy pronto, cruzaremos el barranco de Comajoan. El camino ahora parece seguir su torrentera y nos lleva en diez minutos a encontrar el puente sobre el Canadell, que salva este torrente y nos introduce a las primeras casas de Prats de Molló.

4:00 Llegamos a la plaza del Ferial, después de atravesar el río Tec por el puente Nou que salva una buena altura para unir las dos orillas. El Ferial fue el primer punto de llegada de los refugiados republicanos y donde se instalaron los primeros servicios. Siempre ha sido -como indica su nombre- lugar de encuentro, intercambio y comercio y hoy tiene una programación de ferias (de caza, de ganado, de perros) a lo largo de todo el año.
Prats de Molló (© Txema Castiella)

PRATS DE MOLLÓ

Prats de Molló es una población -unida a otra localidad cercana, la Presta, de poco más de mil habitantes, pero con gran atractivo turístico y oferta de restauración. Vale la pena destinar un par o tres de horas para conocer su patrimonio arquitectónico y cultural, en especial la monumental iglesia de Santa Justa y Santa Rufina y el fuerte de la Guàrdia, que cien metros más arriba domina la villa y el valle, construido por Sebastian Le Preste de Vauban, el maestro de muchas fortificaciones francesas, entre ellas las de Montlluís y Vilafranca del Conflent. Pero Prats de Molló ha quedado, para la memoria de muchos catalanes, como la población que acogió los refugiados aquel febrero de 1939. En el libro de registros del consejo municipal de la población anotaron:

“El Ayuntamiento, con el alcalde al frente, los servicios municipales y la población entera, en un impulso sublime de humanidad y una devoción digna de todos los elogios, toman todas las disposiciones para alimentar y alojar esta avalancha humana. Desgraciadamente, pocos años más tarde, esta misma ruta debería ser utilizada en sentido contrario por personas y familias judías que huían de la persecución nazi. Hoy, el recuperado camino de la Retirada nos permite unir los dos lados de la antigua frontera y conocer dos pueblos hermanados.”


MÁS INFORMACIÓN
En la página web del Ayuntamiento de Molló (www.mollo.cat) se puede ver y descargar gratuitamente un impreso que detalla el recorrido del camino de la Retirada: trayecto, tiempo y principales hitos. El Ayuntamiento de Molló organiza algunas salidas colectivas cada año que permiten hacer todo el recorrido y volver en autocar. La otra alternativa sería tomar un taxi en Prats de Molló para volver hasta Molló.

TXEMA CASTIELLA

(Gijón, 1958) Es Licenciado en Filología Catalana y máster en Políticas Públicas y Sociales. Amante de los Pirineos y de las montañas del país, también ha hecho expediciones, con su grupo de amigos, un poco más lejos (Toubkal, Kilimanjaro, Ararat, Andes de Ecuador y Perú …). Es socio del Centre Excursionista de Catalunya y colabora periódicamente en la revista Muntanya.
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