Estas reflexiones las puedo compartir con vosotros gracias a otro regalo: la palabra. En las palabras me reconozco, en los silencios me reencuentro. Las mujeres, desde la sororidad, nos reconfortamos mutuamente con las palabras.
Hay palabras que curan, que acompañan, que dan luz, que nos hacen avanzar. Encontrar las palabras, dar espacio a la propia voz, es imprescindible para crecer como persona y como mujer, porque el silencio siempre debe ser una opción, nunca una imposición.
Y, disfrutando del poder de las palabras, comparto un fragmento del poema «TARDOR» de MIQUEL MARTÍ i POL, el «poeta del pueblo», en unos momentos en que, como pueblo, luchamos por una palabra que nos dignifica: libertad.