Me gusta mucho jugar con los mosquetones de mi padre. Los hay de muchos colores y todos brillan mucho, mucho … También hacen mucho ruido. Aún no tengo suficiente fuerza para abrirlos y mis padres me ayudan. Los enganchan todos juntos y hacen una larga cadena. El otro día se enfadaron porque la tiré hacia la tele. Yo no lo sabía, apenas estoy descubriendo. Sin embargo veo a mi padre muy contento cuando juego con los mosquetones. Seguro que se hace ilusiones de que seré como él cuando sea mayor. Pero a mí me gusta mucho la música y bailo siempre, incluso con el ruido del turmix cuando mi madre me prepara la verdura.
No sé, no sé … cuando escucho que en las montañas se pasa tanto frío, que se duerme en el suelo y al raso, o a veces colgado de una pared; cuando se tiene que caminar un puñado de horas para llegar arriba y después para volver a bajar, que se empieza el día cuando aún no ha salido el sol y que mi madre no va, no sé… no sé…
Un día me llevaron a un prado verde lleno de flores. Lo llaman el Prat de Cadí. Mi padre no paraba de mirar las montañas y yo no paré de lamer y de probar todas las piñas que había sobre la hierba.
Cuando sea mayor no sé si subiré montañas. De momento, me gusta mucho bailar.