JULIUS KUGY

EL PADRE DEL ALPINISMO MODERNO EN LOS ALPES JULIANOS

Crónica escrita por ÒSCAR MASÓ GARCIA y publicada en la revista MUNTANYA número 935
Uno de los personajes más influyentes, evocados y sensibles del arco alpino ha sido el doctor Julius Kugy, a pesar de ser poco conocido en nuestro país. Supo describir sus hazañas alpinas y pioneras con una prosa excepcional llena de poesía, romanticismo y humanidad. Toda una obra y pensamiento vitales, vigentes hoy en día, que han acercado a tres naciones tan dispares como son la italiana, la eslovena y la austríaca.
Julius Kugy, de mayor. Escribió hasta sus últimos días.
Foto: Österreichischer Alpenverein Museum/Archiv.

MÚSICA, ESTUDIOS Y TRABAJO

Nació en 1858 en Gorizia (Italia), con sus padres huyendo de una epidemia de cólera que azotaba a Trieste, la ciudad donde vivían y donde él residió toda su vida. Por entonces, Trieste era el puerto clave del Imperio Austrohúngaro, al que pertenecía. Sus progenitores eran de origen esloveno, siendo Kugy una germanización del esloveno Kugaj. Su padre, hijo de Carintia, se instaló en Trieste al frente de una gran empresa de comercio de mercancías coloniales, la Pfeifer & Kugy, cofundada por él. Era un trabajo muy exigente pero les garantizaba un nivel de vida burgués acomodado. Su madre era hija del poeta esloveno Jovan Vesel.

Tanto Julius como sus hermanos aprendieron primero el italiano y poco después el alemán. Los padres los educaron en el mundo austracista de la época, exento de fuertes nacionalismos y enfatizándoles el respeto por todas las naciones e ideas. Con un alto nivel cultural, les guiaba la afición a la música, la literatura y la naturaleza. Así, de joven, Kugy se movió por los círculos sociales germánicos, aparte de los italianos y eslovenos. Destacó el Schillerverein, centro cultural triestino de donde fue director, cultivando su pasión por la música, los coros y los conciertos públicos religiosos. Aprendió piano y poseyó un órgano propio. Se deleitaba por Bach y Beethoven, y fundó el Coro Palestriniano de Trieste, inspirado en la música sacra de Pierluigi da Palestrina. Con gran esfuerzo se licenció en derecho en Viena, nombrándose Doctor, y tras volver a Trieste la muerte súbita de su padre obligó a un joven Julius y a su hermano Paul a hacerse cargo del negocio familiar.
 

DE LA BOTÁNICA A LOS ALPES JULIANOS

La escuela le hizo despertar la afición por la botánica, y más tarde conoció a Rudolf Baumbach, botánico de profesión y poeta romántico influyente. Kugy se consideró su discípulo al repercutir fuertemente en su obra escrita. Baumbach le llevó a herborizar en el Carso (Karst), y poco a poco se fue convirtiendo en un experto en su flora. Un día, decidió buscar la misteriosa Scabiosa trenta, y buscando flores nos dice que “tenía el presentimiento de las altas y solitarias cimas de los Alpes Julianos, me llamaban y me fascinaban”. Era la región de los Alpes dedicada a Julio César y situada al este de la cordillera, a caballo entre Italia y Eslovenia. A pesar de no ser tresmiles, sus cimas formadas por abruptas paredes calcáreas rodeadas por suntuosos valles boscosos constituían un terreno casi inexplorado. Además, el famoso poema “Zlatorog” de Baumbach, basado en una hermosa leyenda popular, lo adentró en el mítico techo de los Alpes Julianos, el Triglav.
Las estancias en el pueblo natal paterno le llevaron de adolescente a cimas como el Dobratsch. Allí arriba, un amanecer revelador le mostró “el frente septentrional inflamado de los Alpes Julianos. Para mí fue un estímulo y una promesa. Ese sol naciente me ha acompañado toda la vida”. De hecho, para él la montaña “no vino repentinamente, sino paulatinamente; todo se desarrolló a través de un hábito armonioso y nunca interrumpido”.

La ávida lectura de los clásicos alpinos de la época, como Whymper o la guía The Dolomite Mountains de Gilbert y Churchill le indujeron un respeto casi sagrado hacia sus predecesores. También bebió de una fuente inspiradora sin fin: el libro de la naturaleza. Con el corazón y el espíritu preparados, y una complexión atlética ejercitada en el gimnasio, la semilla del Kugy alpinista estaba abonada.

LA CARRERA ALPINÍSTICA

Su primera vez en el Triglav fue premonitoria, tenía 17 años y le guiaba S. Klancnig. Arriba, le señaló la Škrlatica como pico “virgen e inaccesible, donde ninguna persona ha subido excepto los rebecos y las águilas.” Esas palabras mágicas dieron un sentido a su labor alpinística. Para él, «en los Alpes Julianos había mucho que hacer y cada montaña me presentaba deberes difíciles».

Su nivel de vida le permitió contratar guías para las ascensiones. Los encontró de entre los campesinos y cazadores locales, hartos de subir persiguiendo rebecos y urogallos. Algunos se especializaron, gracias a Kugy, creando fuertes lazos de amistad y lealtad. Al contrario de otros, Kugy les dio protagonismo, idealizándolos y alabándolos. De Trenta le guiaron Anton Tožbar y también Andreas Komac, de quien dijo que “¡las mismas montañas me lo han enviado!”. De Valbruna, Anton Oitzinger, “el águila de las cimas”, o el friulano Osvaldo Pesamosca, aparte de otros como Peternelc, Karabidl, Bobek, Jože Komac y herederos de Oitzinger y de Tožbar.

La carrera alpinística de Kugy fue ingente y de mérito para la época, basada en un alpinismo puro, de intuición y de observación para adivinar el paso y vencerlo con coraje y destreza. Se añadía la incomprensión de la sociedad por un deporte raro como aquel, practicado rudimentariamente con cuerdas, piolets, botas herradas o cletas “friulianas” y la ausencia de pitones y de esquís, con largos accesos en tren, carruajes o caminando, y con poca información. Con cuarenta años de actividad, de muchos intentos, fracasos y logros, Kugy abrió unas 50 nuevas rutas, algunas hoy en día todavía severas y salvajes, sobre todo en los Alpes Julianos, que recorrió al detalle, pero también en los Alpes Cárnicos y Occidentales, de los que hizo muchas cumbres principales suizas, italianas y francesas. Iniciado en la roca kárstica de los Alpes Julianos, pasó rápido por las Dolomitas, prefiriendo el alpinismo glacial de los cuatromiles alpinos, que consideraba más severo y grandioso. En los Alpes Occidentales tuvo guías de prestigio como Giuseppe Croux, los Maquignaz, los Burgener, M. Innerkofler, L. Bonetti y de talla internacional como el suizo Mattia Zurbriggen. Fue a menudo con su amigo triestino Graziadio Bolaffio, y también salió con los austríacos Emil y Otto Zsigmondy, que junto a Ludwig Purtscheller fueron iniciadores del alpinismo «sin guías». El alto riesgo que asumían hizo que Kugy se apartara de ellos y siguiera fiel a sus guías. La prudencia no le evitó sustos de infarto, como la invernal en el Jalovec que casi emula la tragedia de Whymper en el Cervino, o el dramático trance vivido en la norte del Jôf di Montasio, inmortalizado con el famoso “Passo Oitzinger”.

Coincidió con pioneros alpinos como Preuss, Helbronner, Güssfeldt, Eckenstein, Carrel, Mummery y bautizó lugares con nombres atractivos como la Cresta del Drago y las fajas del Walhalla en el Jôf di Montasio, o las puntas del Jôf Fuart incluyendo la Faja de los Dioses o Vía Eterna. Kugy fue del Club Alpino Austríaco, la Soc. Alpina delle Giulie e incluso miembro de honor del Alpine Club de Londres, entre otros.
Julius Kugy de joven.
Foto: Österreichischer Alpenverein Museum/Archiv.
Julius Kugy con la indumentaria de la época.
Foto: Österreichischer Alpenverein Museum/Archiv.
Andreas Komac, el más audaz y fiel guía de Kugy en el valle de Trenta.
Foto: Österreichischer Alpenverein Museum/Archiv.

ASCENSIONES

En los Alpes Julianos, en la vertiente oriental inauguró vías en el Triglav por el lado de Trenta y por la faja Kugy; al Prisank y al Razor por el N; en la Škrlatica una ascensión sonada por la cara N (1887); en “la montaña más bella de los Alpes Julianos”, el Jalovec, por el lado de Trenta y la canal N; en el Piccolo Mangart; la Visoka Ponca, etc. En la vertiente occidental abrió vías al Canin por el N, cuando tenía el glaciar; en el Jôf Fuart, del que Kugy fue un devoto, nuevas vías en las murallas N y NW; a la Madre dei Camosci; en la cima de Terra Rossa; en la Cima Gambon por el NE; en el imponente Jôf di Montasio, la montaña preferida de Kugy con el permiso del Triglav, muchas vías en las caras S y N como la célebre Directa Kugy o Norte del Drago en 1902, de 800 m. con el “Passo Oitzinger”, línea que se convirtió en 1911 en una de las primeras vías ferratas de los Alpes, con profundo dolor por parte de Kugy al saber que le habían destrozado la vía; y la primera en la Torre Norte del Jôf di Montasio en 1910, su última “primera”. Autor de primeras invernales en los Alpes Julianos, sin esquís, en el Triglav, Prisank, Mangart, Canin, Jalovec y en el Jôf di Montasio (1905) según él como una de las más gloriosas. Hizo 40 veces el Triglav y más de 30 veces el Canin, Jôf Fuart y Jôf di Montasio.

En los Alpes Cárnicos, en el oeste de los Alpes Julianos, realizó en 1899 una nueva vía en la cara N de la Kellerspitzen, con el guía local Pietro Samassa y otros. En los Dolomitas Friulanos hizo la primera de la fabulosa Crídola, en 1884, con Pacifico Orsolina. En los Dolomitas principales hizo la Cima Grande di Lavaredo, el Antelao, Sorapiss, Pelmo, Civetta, Marmolada, Marmarole, Mte. Duranno, etc.

En los Alpes Occidentales fue al Oberland, Valais, macizo del Mont Blanc, el Delfinado, la Saboya, subiendo el Ortles, Gran Zebrú, Jungfrau, Cervino, Piz Bernina, Wetterhorn, macizo del Monte Rosa, Pelvoux, Ailefroide, la Meije, Mont Blanc varias veces, las Courtes, Aig. du Midi, etc… destacando dos primeras en el Mont Dolent, una por Argentière y la otra por Neuvaz, esta última de las más peligrosas suyas, junto con Croux. Ascendió el Gran Paradiso y una nueva vía en la cresta N de la Grivola. Alcanzó dos hitos muy exigentes por entonces, el del Mont Blanc por el glaciar de la Brenva, con frío glacial, y el Monte Rosa por la cara este, de Macugnaga a Zermatt, entonces reputada como lo fue años después la cara N del Eiger, y considerada la pared de los Alpes más similar a una del Himalaya. Las travesías más largas que hizo fueron la de la Verte por la cresta de la Moine y la Barre des Écrins de sur a norte.

En conclusión, Kugy protagonizó el final de la edad de oro en los Alpes Julianos ascendiendo cimas vírgenes, al tiempo que introdujo el alpinismo moderno al trazar nuevas vías en cimas ya conquistadas. El potente alpinismo esloveno actual, de fama mundial, es su heredero.
El salvaje Škrlatica (escarlata), desde el Triglav: “solo accesible a la águila y al rebeco”. Foto: Aglaia A. Aparnik.

LA GRAN GUERRA HACE NACER UN ESCRITOR IRREPETIBLE

El estallido de la 1ª Guerra Mundial fue un descalabro para Kugy. El negocio se hundió y una parte del frente de guerra entre italianos y austrohúngaros se situó en el Jôf Fuart y Jôf di Montasio. El deber patriótico de ciudadano austríaco le llevó a los 57 años a hacerse voluntario del ejército y le asignaron el rol de “Alpine referent”, consejero alpino experto del frente de los Alpes Julianos occidentales. Estuvo entre 1915 y 1918. Su gran dominio del terreno, con elaborados mapas de factura propia, fue vital para proteger a su brigada de los aludes y ataques enemigos, y lo condecoraron. Coincidió con figuras alpinas como A. Dibona, V. Dougan y S. Innerkofler, y condujo una escuela militar de escalada. No estuvo en la primera línea del frente ni disparó ningún tiro.

El agravamiento del conflicto y los cambios de destino desanimaron a un Kugy que vivió de lleno la absurdidad de la guerra. La derrota del bando austríaco aniquiló su patria. De ciudadano austríaco pasó a ser ciudadano de Italia, su nueva nación. Al menos la guerra le permitió, a ratos perdidos, escribir su primer libro, espoleado por los amigos. De hecho, nunca habría escrito nada porque el trabajo lo absorbía del todo, y hoy no sería conocido.

El declive económico y moral de la posguerra le hicieron cerrar la empresa y recogerse, solo, carente de fuerzas y salud para volver al alpinismo. Sin embargo, el éxito internacional del primer libro le sacó del pozo. Se dio cuenta de que la escritura le daría una pensión digna, y el hecho de refugiarse en el pasado escribiendo sobre sus ideales y recuerdos le reactivaron para iniciar la carrera literaria, llena de romanticismo y poesía. Marcó un referente en la literatura de montaña. Antes había publicado ya unos 45 artículos, de botánica y alpinismo en publicaciones austríacas e italianas.

 

BIBLIOGRAFÍA KUGYANA

De 1925 a 1943 escribió 7 libros, uno póstumo y todos en alemán. En los años 70 la obra completa ya estaba traducida al esloveno, con traductores como M. Debelakova y M. Lipovšek, y hasta hace pocos años al italiano, de la mano del prestigioso Ervino Pocar, Rinaldo Derossi o Marina Bressan, bajo la iniciativa de Celso Macor, Luciano Santin, Mario Lonzar, secciones del CAI Italiano y la editorial Lint mediante el “Proyecto Kugy”. El primer libro se tradujo también al checo y al inglés, éste de la mano de H.E.G. Tyndale, fruto de la entrañable relación de Kugy con el alpinismo británico, y al francés (la primera parte). El cuarto libro también en inglés, de nuevo con Tyndale. Muchos de ellos se han reeditado. En nuestro país nunca se ha traducido ningún libro suyo, ni al catalán ni al castellano.

Su obra primordial fue el primer libro, “Aus dem Leben eines Bergsteigers” (De la vida de un montañero)”, 1925, una autobiografía alpinística con sentimiento a flor de piel.
El segundo fue escrito en su querida Valbruna, hogar de Oitzinger: “Arbeit, Musik, Berge; ein Leben” (Trabajo, música, montañas; una vida), 1931, una interesante autobiografía más ciudadana.
Más tarde, con “Die Julischen Alpen im Bilde” (Los Alpes Julianos en imágenes), 1934, ofrece una obra selecta de 189 fotografías de los Alpes Julianos, con exquisitos pies de foto juntando “fotógrafos de las tres naciones que viven en los pies de los Julianos con igual entusiasmo y fe ilimitada”. Luego aparece “Anton Oitzinger. Ein Bergführerleben” (Anton Oitzinger. La vida de un guía de montaña), 1935, una oda a quien fue su guía de Valbruna durante 25 años. El quinto es el homenaje a la montaña de su corazón, donde dice “El Triglav no es una cima, ¡es un reino!”: “Fünf Jahrhunderte Triglav” (Triglav. Quinientos años de historia), 1938, con capítulos temáticos de Kugy con autores eslovenos, ingleses, austríacos, italianos… En 1940 nos regala la gran obra de otra cima capital para él, el Monte Rosa: “Im göttlichen Lächeln des Monte Rosa” (La sonrisa divina del Monte Rosa). Después, sale el póstumo “Aus vergangener Zeit” (Los tiempos pasados), 1943, una delicada autobiografía.

Faltaba publicar un misterioso noveno capítulo del primer libro, de los años en el frente de guerra, excluido para evitarse problemas con las autoridades italianas. Aparecieron fragmentos en “Der Krieg in der Wischberggruppe” (1937) e “Il fronte di Pietra” (1980), pero al final el editor Davide Tonazzi reencontró el original y lo publicó en italiano, esloveno y alemán en “La mia guerra nelle Giulie” (mi guerra en los Alpes Julianos), 2008. Aparte, cabe destacar “Berge, Blumen, Tiere” (Montañas, flores, animales), 1940, una pequeña antología de bolsillo. Además, Kugy quiso publicar mapas de los Alpes Julianos, un gran reto inacabado de topónimos multilingües bajo esta idea: “respeto los nombres tal y como los ha creado el pueblo: éstos son los únicos válidos y exactos”. Por los nombres eslovenos tuvo una intensa correspondencia con Henrik Tuma, alpinista, político y abogado de Liubliana, publicada en italiano por la Asoc. XXX Ottobre en “Le Giulie allo specchio” (2009).
Bibliografia Kugyana: Recull de les obres escrites pel Dr. Julius Kugy ordenades cronològicament.
Foto: Òscar Masó Garcia
1: “Aus dem Leben eines Bergsteigers”, con la versión francesa de la primera parte y la italiana de la segunda.
2: “Arbeit, Musik, Berge; ein Leben”, versión italiana.
3: “Die Julischen Alpen im Bilde”.
4: “Anton Oitzinger. Ein Bergführerleben”, versión italiana.
5: “Fünf Jahrhunderte Triglav”, versión italiana.
6: “Im göttlichen Lächeln des Monte Rosa”, versión italiana.
7: “Aus vergangener Zeit”, versión italiana.
8: “La mia guerra nelle Giulie”.

LA SCABIOSA TRENTA

En 1877 el botánico Muzius von Tommasini le dio a conocer la misteriosa Scabiosa trenta, una nueva especie descrita por Belsazar Hacquet en 1782 debajo del Triglav. Según Kugy, “Tommasini me preguntó si yo me veía como el posible hombre que podría liberar a la Bella Durmiente de su sueño centenario”. Y aceptó el reto. Aquello supuso una búsqueda de casi cuarenta años, en los inicios guiado por Anton Tožbar, llamado Špik, superviviente de una lucha terrible con un oso que le dejó sin mandíbula inferior ni lengua, debiendo comer tumbado con un embudo. Kugy nunca desfalleció, y de vez en cuando la buscaba: “En el vivac, bajo la luz de las estrellas, yo soñaba siempre con ella, la misteriosa, tantas veces buscada y deseada. ¡La “Scabiosa trenta”! […] “y en la vigilia, una voz secreta me repetía: ¡Quizá mañana!”

Aquella ilusión se desvaneció en 1915 al saber que el austríaco Kerner von Marilaun había resuelto el enigma hacía años. El espécimen de Hacquet conservado en Liubliana era de una Cephalaria Leucantha. No era una Scabiosa, ya que la Scabiosa tiene 5 lóbulos en la corola (5 pétalos en la flor), y el dibujo de Hacquet tiene 4, como la Cephalaria. Hoy en día la Scabiosa trenta da nombre a una vía de escalada en el Triglav, una novela medieval ¡e incluso una ginebra! A lo largo de la carrera de botánico “amateur”, como se autodenominaba Kugy, descubrió una variedad de orquídea en el Karst, bautizada por Tommasini como Orchis provincialis, varietas maculata, Tomm.

La pasión florística de Kugy fue recompensada por el triestino Albert Bois de Chesne, gran amigo al que dedicó muchos de sus libros. De Chesne, aficionado a la botánica, fundó en 1926 un jardín botánico alpino, el Jardín Juliana, en el valle de Trenta. Le ayudaron botánicos expertos, además de un Kugy entusiasmado que le halló ejemplares raros en lugares remotos. Hoy en día está gestionado por el Museo de Historia Natural de Eslovenia y contiene unas 600 especies. Kugy lo fue visitando hasta sus últimos días, sin mostrar ningún pesar por la flor desvanecida: “Nadie puede imaginar que yo eche de menos este período de búsqueda […] ¿Quien no quisiera en su vida haber conocido los tiempos de su primer y más puro de los amores? […] A través del tiempo y del espacio yo te saludo, querida flor de ensueño de mi corazón, ¡Scabiosa trenta!”

EL LEGADO DE KUGY. HOMENAJE Y RECONOCIMIENTO

Por su gran experiencia se le llamaba Tío Julius o incluso el Rey de los Alpes Julianos. Fue asesor de las nuevas generaciones de alpinistas y también de los «sin guías» como los triestinos Napoleone Cozzi o Alberto Zanutti. Kugy apreciaba y valoraba mucho a todos. Fue amigo de brillantes escaladores como Emilio Comici, quien con Mario Cesca hizo la primera travesía de un sueño que a Kugy le habían revelado los rebecos: ¡la Faja de los Dioses o Vía Eterna, en el Jôf Fuart, de 6 km!

Pese a quedar soltero sin descendencia, Julius tuvo sucesores como su “hijo” sucesor o alter ego Vladimiro Dougan. De este triestino de origen esloveno Kugy decía que “los grandes problemas los ha resuelto él. Si yo fuera el Rey de los Julianos, él sería el Príncipe heredero”. De hecho, se le equiparó con Comici, abriendo vías en roca difíciles, expuestas, y también invernales, sobre todo en el Jôf di Montasio, de donde copublicó una guía. Pero Dougan fue borrado de la memoria alpina italiana por motivos políticos, y pasó desapercibido hasta que en 2018 fue redescubierto al encontrarse sus cuadernos de notas.

Kugy también tuvo vínculos con eslovenos que le admiraban, como los alpinistas France Avčin, Miha Potočnik, J. Tominšek o el sacerdote Jože Abram. De él dijeron que «canta sobre nuestras montañas, aunque no escriba versos.» Para el alemán Willy Merkl, fallecido en el Nanga Parbat, Kugy era la biblia para los alpinistas, y se ha equiparado el canto de Kugy por la montaña con el del italiano Guido Rey.
Logotipo del Kugy Mountain Film Festival.
En sus últimos años de vida, debido a la desconfianza de las autoridades italianas por su pasado austracista, se hizo poco eco de su obra en Italia. En cambio, pudo dar conferencias de éxito en Austria, Alemania y Yugoslavia. En la 2ª Guerra Mundial parece ser que usó sus contactos para liberar alpinistas eslovenos del campo de concentración de Dachau. De hecho, Miha Potočnik fue a parar allí. Finalmente, en 1944 Kugy murió de pulmonía en Trieste, a los 85 años.

En Italia pasaron bastantes años sin reconocerse su figura, pero hoy en día en Trieste, Gorizia, Udine, Valbruna, Tarvisio, Arnoldstein, Villach y Klagenfurt se le han dedicado calles, plazas, albergues, escuelas, senderos, bibliotecas, premios, placas y esculturas, incluso sellos en Eslovenia y Austria. En 1953, la Assoc. Eslovena de Montaña inauguró en el valle de Trenta una escultura de Kugy mirando a su querido Jalovec, hecha por Jaka Savinšek. En Trieste, a los 50 años de su muerte asociaciones italianas, eslovenas y austríacas hicieron declarar su tumba a perpetuidad.

También se le han dedicado películas, documentales e incluso un espectáculo musical teatralizado. Cabe destacar el Kugy Mountain Film Festival de Tarvisio y alrededores (Italia), donde se proyectan películas y se dedican a alabar la figura de Kugy, con paseos literarios por sus lugares, su música, alusiones a guías y amigos, etc.

El periodista triestino Enrico Mazzoli ha publicado el libro “La guerra di Kugy”(2007), analizando a Kugy en la Gran Guerra. El triestino de origen griego Spiro Dalla Porta Xydias† le dedicó el libro “In cordata con Julius Kugy”. Rinaldo Derossi†, profesor y traductor de la obra kugyana, publicó los recopilatorios “Attorno al fuoco con Julius Kugy” (1991) y “Favole quotidiane” (1995), definiendo un kugyano como “quien cree en los valores que nos ennoblecen, incluida la amistad”.
Sello dedicado a Julius Kugy por el Servicio Postal de Eslovenia.
Firma del Dr. Julius Kugy. Extraída del libro “Anton Oitzinger. Vita di una guida alpina”.

EL ESPÍRITU DE KUGY

Kugy escribía por gratitud a las montañas, con un profundo respeto y amor por su superioridad y magnificencia. Sus ideales son bien vigentes ante la actual concienciación ambiental y de respeto por la naturaleza:

* “Lo que hay que buscar en la montaña no es una sala de gimnasio, sino su alma.”
* “El alpinismo es una cuestión del corazón. No debe ser un trabajo o una obligación, sino una joya. Las montañas no deben ser enemigas. El alpinismo debe tener su razón de ser basada siempre en el amor puro a la naturaleza y a la montaña.»
* “La mejor virtud del alpinismo es la modestia. ¡Las montañas son tan grandes y tan magníficas! Se lee a menudo: “mis montañas””. A mí me parece que la alta montaña es uno de los lugares en los que menos se presta a destacar el espíritu dominador del hombre.”
* “Una vez, la pared norte de la Veunca no quería dejarnos pasar y estuve a punto de colocar mi primer y único pitón. Pero Andreas me miró muy serio y estupefacto, yo me avergoncé y descendimos con el pitón en la mochila.”
* “¡Basta de martillazos, construcciones, marcas y medidas de seguridad! Cuanto más “conquistamos”, más destruimos. No “conquistamos” con pico y pala, ni con marcas rojas ni refugios para cerveceros.”
* “Las montañas brillan, por encima de los destinos humanos, más allá de las generaciones, con su inagotable belleza. Cada año encienden dentro de miles de corazones jóvenes y bendecidos la llama santa y pura del amor que anhela la eternidad de las cumbres. ¡A todos, desde el corazón, viva las montañas!»

Y finalmente, ¿qué ha quedado del territorio salvaje e inexplorado que encontró Kugy? Escuchemos a Saverio d’Eredità y Emiliano Zorzi, los autores de la última guía de escaladas en los Alpes Julianos y Alpes Cárnicos orientales: “los Alpes Julianos todavía esconden terrenos de exploración que ofrecen extraordinarios estímulos para los alpinistas de hoy y mañana”.
Scabiosa trenta. Extraído de Plantae Alpinae Carniolicae, Viena. Sumptibus Bibliopolae Joannis Pauli Kraus. 1782 (Biblioteca Civica di Trieste).

AGRADECIMIENTOS

Dirigidos a las tres naciones hermanadas por Kugy: de Eslovenia: Aglaia A.Aparnik; de Italia: Saverio d’Eredità y el Ufficio Turistico di Malborghetto-Valbruna (Ilaria Sorato); y de Austria: el Österreichischer Alpenverein Museum/Archiv (Michael Guggenberger).
Aparte, de Catalunya: Oriol Bonàs Conill, Conxita Garcia Pérez, Àngel Manuel Hdez. Cardona, Josep M. Torras Homet† y Romà Reyes.

ÒSCAR MASÓ GARCIA

www.masogarcia.com
(Sabadell, 1974) Ingeniero mecánico, montañero y escritor. Ha escrito diferentes libros de montaña, así como numerosos artículos y libros sobre naturaleza, reseñas de montaña y en especial la historia montañera de nuestro país y de alrededor del mundo. Es socio de diferentes clubes del Vallès, su comarca natal. Ha abierto unas 400 vías de escalada clásica, en gran parte con su hermano Albert, sobre todo en Montserrat y Sant Llorenç del Munt i l’Obac, formando una cordada con un estilo propio y clásico. Autor de un centenar de artículos en publicaciones como Vèrtex, Muntanya, Excursionisme, Vallesos, Mai Enrera, El Muntanyenc (digital), Desnivel, Extrem, en numerosos boletines de centros excursionistas y diferentes periódicos locales. En Vèrtex resaltan las entrevistes a personajes destacados del mundo de la montaña, confeccionadas con su hermano y realizadas al histórico montañero Joan Cervera Batariu, al himalayista pionero Emili Civis Abad, el fotógrafo francés Sam Bié o a Paquita Bernad (una pionera de la escalada catalana desconocida hasta hoy en día). Colaborador también en diferentes guías de escalada y excursionismo que abarcan desde Montserrat a los Pirineos. Ha presentado varios trabajos de investigación y recopilación sobre escalada, vegetación y arqueología a las VII, VIII y IX Trobades d’Estudiosos de Sant Llorenç del Munt i l’Obac. Ganador de diferentes premios literarios, entre ellos el X premio Vèrtex, el X Premi de Periodisme en Premsa Escrita del Festival BBVA de Torelló y el 2n Premi de Recerca Vil·la d’Esparreguera, todos junto con su hermano Albert. También ha sido galardonado con el Premi Collsacabra al mejor libro en lengua no catalana en la Fira del Llibre de Muntanya de Vic, en la edición de 2018. Así mismo ha recibido otros premios de fotografía y cine amateur de montaña, estos últimos siempre junto con su hermano. Autor de los libros Descobrint la Castellassa de Can Torras i els seus Voltants (Farell Editors, 2008), La Castellassa de can Torras: Història, Tradició i Llegenda (Farell Editors, 2009), el autobiográfico y premiado Escalades a Montserrat, el Cairat i Sant Llorenç del Munt i l’Obac. 87 vies d’escalada a l’estil clàssic (Cossetània Edicions, 2011) junto con su hermano; Sant Llorenç del Munt i l’Obac. 30 excursions amb encant (Farell Editors, 2014) junto con otros 18 autores, Catàleg de Roques i Agulles monolítiques de Sant Salvador de les Espases (Nova Casa Editorial, 2018) junto con su hermano, y el enciclopédico Libros de cima (Ediciones Desnivel, 2018). Ha prologado junto con su hermano Albert y revisado de forma integral el libro biográfico “Ramond de Carbonnières. El águila de los Pirineos” (Ed. Pirineo, 2022), de Albert Escolà. Ha coordinado junto con su hermano Albert la obra póstuma “Relats muntanyencs de joventut” (Cossetània Edicions, 2023), escrita por el pionero Josep Maria Torras Homet.
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