TERCERA JORNADA
Itinerario: Gîte d’Étape Maison du Valier (933 m) – cabana de l’Artiga – cabana du Trapet du Milieu (1.560 m) – collado y cabana du Clot du Lac (1.821 m) – bosque de Basset – riu (1.080 m) – cabana d’Areth – port d’Areth (1.802 m) – Gîte d’Étape d’Eilia (1.000 m)
Desnivel Subida: 1.610 metros
Desnivel Bajada: 1.543 metros
Distancia: 16,7 km
Tiempo: 9:25 horas
Nos encontramos con la que posiblemente sea la etapa reina de la travesía. No tanto por la distancia o por el desnivel total que supera, sino por el hecho de que el perfil del desnivel del día tiene la forma de casi una eme perfecta. Remontaremos 750 m, los bajaremos, y remontaremos 800 m más para volver a bajar, y psicológicamente, la segunda subida es agotadora.
Sin embargo, el hecho de cruzar dos valles tan profundas, nos confirmará la percepción que teníamos que los valles del Coserans son largas, profundas, abruptos y, sin embargo, bastante inaccesibles. La alta montaña pirenaica en estado puro y duro, hábitat del oso y de una variada fauna autóctona.
El caso es que nuestra ruta está perfectamente señalizada. Es una etapa del GR 10 que atraviesa el Pirineo de mar a mar por la vertiente norte. El camino está totalmente trillado, por lo que hay que armarse de paciencia y disfrutar de la espectacularidad y de la soledad del paisaje.
Salimos del Gîte de Étape por la carretera hasta que muy pronto a mano izquierda encontramos el sendero que sube a la cabaña de la Artiga, donde hay un buen abrevadero. Poco antes de llegar dejamos el bosque de hayas y robles para adentrarnos en el terreno de los pastos, lo que a su vez nos permite ver el desnivel que aún nos queda por superar. La compañía de unos pastores, que están reconstruyendo las cabaña du Trapet de Milieu, más cerca del cuello, nos entretiene, mientras poco a poco y paso a paso vamos superando el desnivel que no cede ni un momento.
Situados en el cuello del Clot du Lac, donde hay una cabaña en buen estado, disfrutamos del tamaño del Coserans en toda su dimensión. Las grandes montañas del Aran en el sur, la profundidad de los valles a nuestros pies, el abrupto valle por la que bajamos de Estagnous y, evidentemente, el valle que tendremos que bajar y el puerto de Aretha al oeste, que se encuentra de tal modo a nuestra altura y que desde aquí aún parece lejano. El descenso hasta el río no presenta más problemas que el propio de un descenso de 800 m en el último tramo relleno de rododendros amarillos y morados. El río nos permite un baño, comer algo y recuperar fuerzas antes de iniciar el según ascenso. Sin duda, este sería un buen punto para construir un Gîte de Étape o un refugio que aliviaría mucho el esfuerzo de esta etapa. Remontamos el sendero, salimos del bosque por una fuerte pendiente cubierto de helechos y, siguiendo un zigzag, llegamos hasta cerca de la cabaña de Aretha, a la que se accede también por una pista apta para 4×4 que viene del fondo del valle. Superamos la cabaña y seguimos remontando hasta el cuello de Aretha, bajo la mole del Malh de bolardos. Una vez en la cresta, el camino la recorre fuerza rato arriba y abajo hasta que finalmente logramos el cuello. Durante el descenso tomaremos conciencia de que estamos adentrándonos en una antigua zona minera de primer orden. Restos de cables entre el hayedo, restos de torres metálicas de viejos teleféricos abandonados, bocas de mina escondidas, materiales abandonados partes, hacen pensar en el esplendor económico de estas tierras años atrás, cuando las compañías mineras explotaban los recursos en estas altas montañas, entonces aún más alejadas del mundo conocido.
Una vegetación exuberante de robles, hayas y helechos que han engullido las instalaciones del pasado nos acompañan hasta a Eilis. Eilis, final de carretera, final de valle, y reflejo del final de una época remota, es una vieja villa minera abandonada en la que actualmente sólo viven dos familias, una de las cuales regenta el Gîte de Étape desde hace unos cuantos años. La frialdad del pueblo medio abandonado, contrasta con la belleza espectacular del lugar, salvaje y abrupto como él mismo. La calidez del Gîte, el trato entrañable y una comida exquisita y deliciosa redondean el final de la etapa quizás más dura que haremos por las montañas del Coserans.