Y después, a los días, al fin la quietud del camino, una larguísima marcha con la vista puesta en una montaña que brilla hipnótica como un diamante y sobresale por encima de bosques, tan tupidos que parecen haberse detenido, como si esperasen ser testigos de algo magnífico. Laderas fantásticas en las que no penetra la luz del sol y por las que aún dejan sus huellas las zarpas de los tigres…
Traigo aquí este recuerdo -que también es un homenaje- porque el pasado quince de éste mes de abril, falleció JOE BROWN, una figura legendaria por su destreza en la escalada en roca y su contribución al himalayismo. Se podrían, en realidad se deberían, escribir cientos de páginas para contar todo lo que hizo… SNOWDONIA… el KARAKORUM… la escalada televisada al OLD MAN OF HOY que según cuentan siguieron quince millones de personas…
Pienso que cada vez que uno de estos pioneros nos abandona, el mundo se vuelve algo más estrecho, aburrido y triste, ya no vuelve a ser igual y todos perdemos mucho. El río de la Historia, que a todos nos arrastra, se queda durante unos segundos petrificado ante su memoria.