ROSKELLEY, JIM STATES y LOU REICHARDT consiguieron la cumbre el día 1. Los UNSOELD quedaron en el segundo grupo y se vieron obligados a descansar cuando tuvieron opciones de cumbre, porque NANDA DEVI ya se encontraba mal. Después les atrapó una tormenta, ella fue empeorando -parece ser que por un edema pulmonar- hasta que el día 8 falleció entre los cuidados y los intentos desesperados de su padre por salvarla.
Entonces, en lo que creo que es un de los homenajes más hermosos y terribles que se le pueden rendir a una alpinista, el propio WILLI, PETE LEV y ANDI HARVARD, cerraron el saco en el que se encontraba el cadáver y, poniendo los tres a la vez sus manos dulcemente sobre él, lo dejaron resbalar por la cara norte, para que encontrara reposo -y una tumba- a los pies de la montaña que le prestó el nombre a cambio de la vida.
WILLI UNSOELD murió tres años después, atrapado por una avalancha en el monte RAINIER. Su esposa le puso como epitafio unos versos de MARY ELIZABETH FRYE que encogen el corazón al tiempo que ensalzan la esperanza y la inmortalidad.
Mientras escribo esto, imagino a los cuatro: un padre, una madre, un hijo y una hija alejándose hacia un fondo profundamente blanco, que tal vez sea nieve. La imagen no aclara si alguno de ellos se siente afectado por ser víctima de la mala fortuna o, por el contrario, todos están satisfechos por haberse acercado a sus sueños…