LAS BRUJAS DE VILADRAU

EL CALIU DE LA MEMÒRIA

Crónica escrita por ÒSCAR FARRERONS VIDAL publicada en el libro ‘HISTÒRIES DEL MONTSENY’ (Editorial Gavarres, 2021)
A la font de Briançó s’hi acumulen llegendes de bruixes; també s’explica que la seva aigua arribava fins a Mallorca.
Arbúcies, ANYS 50.
PROCEDÈNCIA: ARXIU HISTÒRIC MUNICIPAL D’ARBÚCIES .
El salt de Gualba i el gorg Negre concentren
llegendes de dones d’aigua i bruixes al seu entorn.
GUALBA, ANY 1933.
PROCEDÈNCIA: Ajuntament de Girona.
CRDI (Autor desconegut ).
Las brujas han convivido desde tiempos inmemoriales con la humanidad. A partir de 1233 la posición oficial de la iglesia cristiana es combatir la brujería, según la bula papal de Gregorio IX. El primer proceso contra una bruja es de 1258, durante el papado de Alejandro IV, y cuya primera bruja quemada se tiene constancia es en Toulouse en 1275. Un escrito que tuvo mucha importancia en Europa en la lucha contra la brujería fue el Martell contra les bruixes, impreso en Colonia en 1486, escrito por los inquisidores Enrie Institoris y Jakob Sprenger. Se calcula que en Europa el número de personas quemadas fue más de medio millón, la mayoría mujeres. La brujería comportaba un culto diabólico con una liturgia propia, lo que suponía una subversión al orden establecido. Por eso la hechicería fue perseguida; acusada de infanticidios, misa negra y reuniones de aquelarre.

En Cataluña la brujería es tratada por primera vez por Jaume Roig en 1459 en su Llibre de les dones, pero no había una persecución sistemática contra las brujas. Es en 1617 que en Cataluña se inició una auténtica caza de brujas, justo coincidiendo con una época llena de hambre, catástrofes climáticas, bandolerismo y miedo, mucho miedo. Muchas de las persecuciones tuvieron más que ver con revanchas e incultura que con procesos eclesiásticos.

En Viladrau, entre los años 1618 y 1622, se persiguieron, juzgaron, torturaron y colgaron catorce mujeres acusadas de brujas. No podían ser quemadas porque no eran procesos religiosos, sino amparados por la justicia civil. Las brujas villadrauenses fueron acusadas de matar a criaturas, de dar bocio –enfermedad muy común entonces por falta de yodo en la alimentación–, de sacrificar ganado y de derribar piedra para destruir las cosechas.

Antonia Rosquellas, Francesca Trèmol –alias Bacada–, Maria Joaneta, Lluïsa Estranya, Esperanza Marigó, Margarida Puig –alias Casadora–, Margarita Xemenina, Beneta Noguera, Maria Puig, Elisabet Martina, Beneta Romeua, Peinada y Robina son brujas celebraban sus juntas o aquelarres en hombros Formic, Sant Segimon o Espinzella. En estas juntas Antonia Rosquellas explica que se tenía trato carnal con el diablo, bailaban, tomaban sus ungüentos y volaban para ir a doler por todas partes, lo que no es de extrañar porque las pomadas que preparaban y bebían estaban hechas con belladona, estramonio y adormidera, todas ellas plantas con propiedades alucinógenas, de modo que las brujas se lo creían, que volaban con la escoba. Así lo explica Rosquellas en la transcripción de su tortura: «Después de pocos días nos iremos untadas de los ungüentos que Bacada llevaba a la vuelta de Montserrat, a una montaña, en compañera de Mas-romeua, Riffana, Peinada, que han colgado por brujas, y Bacada y dicha María Juanita y yo, y cuando fueron en dicha montañosa nos apareció el Satanas, todo peludo, y nosotros todas adoraremos a dicho demonio.»

La Bacada también confesará que se hacían aquelarres en Osor, Susqueda, la Castaña y el Pla de l’Adrobau, y que cerca de Sant Segimon, la noche del 2 de noviembre de 1617, derribaron al gran diluvio que arrasó todos los puentes de piedra del río Ter de la comarca. Maria Joaneta explica que, cuando se le apareció el demonio, le adoró renegando de Dios, la Virgen María y de todos los santos, y con una otra bruja «dicho demonio tuvo tratos carnales con ambas dos por lo detrás, me dolió, y me pone por lo detrás algo frío». También un joven pastor de la comarca fue tentado por el demonio y se convirtió en hechicero, a cambio de curarlo del dolor de muelas que sufría.

Uno de los crímenes de los que más se acusa a las brujas es de infanticidios, en una época de alta mortalidad infantil. Así, en su tortura, Antonia Rosquellas declarará: «Me recuerda que algunos cuatro años hace que Robina me dijo un día, en la Sagrera de Viladrau, que ella había muerto un muchacho de Gaspar Vila de Viladrau, que le había sacado el hígado por el lado y que cuando lo hizo y eran Bacada y Joaneta […] y también se yo muy bien que este año pasado dicha Maria Joaneta mató y brujó al muchacho Guillem Llorell.» Se solía creer que las brujas tenían una marca característica en la piel, fruto de su pacto con el demonio. Los perseguidores de las brujas buscaban en las mujeres acusadas esta marca, que podía tomar muchas formas, como una verruga. Se creía que la marca se hacía visible después de frotarlas con agua bendita o por otros procedimientos. Se comprobaba que era la marca del demonio cuando se las pinchaba en ese lugar y no sentían dolor. El asunto de buscar las marcas de las brujas a menudo podía degenerar en un espectáculo denigrante, puesto que las mujeres eran puestas desnudas ante los tribunales. Hay constancia de que en algún momento desde el obispado se dio órdenes para evitar estas arbitrariedades, pero eso no evitaba la condena segura de las candidatas a bruja.

Las brujas de Viladrau se organizaban con el resto de las del Montseny, Collsacabra y parte de la llanura de Vic –como explica Antoni Pladevall Font–, sobre todo para derribar piedra y arruinar la cosecha, siempre con un ceremonial que consistía en mezclar ungüentos mágicos con agua y batirlo todo con vergas hasta que se levantaba una gran nube con truenos y rayos que viajaba hasta el sitio para hacer daño.

Las torturas, un procedimiento perfectamente legal en la época, consiguieron la confesión de las cosas más inverosímiles, en una época de grandes calamidades naturales y mucho miedo; en cuatro años, catorce mujeres terminaron colgadas en una plaza pública o un camino real. En Castilla las brujas eran quemadas porque ahí actuaba la Inquisición. En Cataluña, en cambio, era la justicia la que llevaba a cabo la persecución, y en ningún proceso había ni inquisidor, ni ningún eclesiástico, por eso las brujas no podían ser quemadas, y estaban colgadas en la horca.

Las brujas acabaron desapareciendo de Viladrau… o no, porque desde 1997, cada noche de 31 de octubre Antonia Rosquellas y todas las otras hechiceras protagonizan el Ball de Bruixes en el centro del pueblo, un espectáculo de luz y sombras en la que también aparece Satanás. ¿Se lo perderá?

ÒSCAR FARRARENOS VIDAL

Arquitecto, doctor en Ingeniería Multimedia. Profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya, subdirector del departamento EGD-UPC. Viladrauenc de adopción. Fundador “Amics Fonts de Viladrau” y cofundador “Projecte Fonts del Montseny”. Ha escrito una decena larga de libros sobre el Montseny y excursionismo. En 2014 recibe el galardón “Castanyer de Plata” del Ajuntament de Viladrau. Ha publicado una cincuentena de artículos en revistas, y ha participado en más de cuarenta congresos nacionales e internacionales. Miembro de la Junta de la asociación “Amics Aplec de Matagalls” y vocal de “Amics del Montseny”. Desde 2019 director de la publicación «Monografies del Montseny». Ha formado parte de comités científicos de congresos y revistas nacionales e internacionales relacionados con la sostenibilidad y el agua. En 2020 ha sido elegido “Ambaixador del Montseny” para promover un turismo de calidad, respetuoso con el entorno y preservar el valor del patrimonio cultural y natural del Parc Natural. Son habituales sus conferencias y misceláneas de tema montsenyense en aulas de extensión universitaria y auditorios diversos.
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