REGIÓN DE LA JUNGFRAU - (1 de 2)

PARAJES DE LOS GIGANTES

Crónica escrita por FRANCESC CATALÀ y publicada en la revista VÈRTEX número 273

«Frodo caminaba por las orillas del caudaloso Bruinen y vio los pálidos y fríos rayos de sol saliendo a las lejanas montañas, que iban descendiendo para mezclarse con la neblina … Sam caminaba a su lado .. . mirando hacia las altitudes del Este. La nieve era blanca sobre las cumbres. El agua corría y saltaba ruidosamente y la tarde estava impregnada de un suave aroma a árboles y flores como si el verano aún se alargara». Así comienza «Return to Middle Earth», un interesante artículo de Sarah Warwick, donde nos relaciona esta descripción de Rivendell, el libro El señor de los anillos con el valle de Lauterbrunnen. Y es que JJ Tolkien viajó en 1911, con su hermano y un grupo de amigos desde Interlaken hasta Zermatt, caminando 290 kilómetros por las zonas del Oberhorn Bernés. Entonces, Tolkien tenía sólo 19 años y sería un viaje que lo marcaría de tal manera que 56 años después escribía una carta a su hijo explicándole que la inspiración para crear Rivendell le había venido recordando aquel viaje. Y, efectivamente, el valle de Lauterbrunnen, en la región de la Jungfrau representa perfectamente este valle cerrado, con un río caudaloso que lo cruza, altos riscos por donde manan potentes torrentes glaciares que se estrellan hasta el fondo del valle, con las cumbres de nieves permanentes sólo visibles, lejanas, en la apertura del fondo. Nos cuenta Tolkien que en este viaje «dormían sobre el heno, en bordas y estables, sin hacer ninguna reserva, desayunando ligero para, durante el día, comer al aire libre … mientras caminaban, mapa en mano, evitando las carreteras». Un viaje muy envidiable para quienes disfrutamos del entorno de la montaña en su estado más salvaje; no nos cuesta mucho imaginar cómo llegó a ser de importante, esta aventura, para un joven venido de Inglaterra.

Este viaje, sin embargo, no fue una casualidad, porque en el siglo XIX, el Oberhorn Bernés en los Alpes Suizos, ya era un destino masivo del turismo de montaña, pensemos que una de las joyas de esta zona es la Jungfraujoch, también llamado el Top Europe porque es la estación de tren más alta de Europa, concretamente a 3.454 metros, una obra de ingeniería ferroviaria inaugurada el 1 de agosto de 1912, y que más de cien años después de su puesta en marcha aún nos sorprende por su osadía técnica, tuvieron que agujerear el interior del Eiger (3.970 m) para llegar a la estación que queda a los pies del glaciar del Alesch entre la Jungfrau (4.158 m) y el Mönch (4.107 m), un verdadero espectáculo de alta montaña que actualmente visitan cada año más de un millón de turistas.

Y, seguramente, por eso actualmente entre nuestros destinos en los Alpes Suizos hay lugares que una vez tras otra han salido entre nuestros planes, seguramente uno de estos es el pueblo de Zermatt con el Matterhorn y los macizos vecinos, y, sin lugar a dudas la otra es Interlaken, la puerta de entrada hacia la región de la Jungfrau con los valles de Lauterbrunnen y Grindelwald. Esta entrada a los dos valles es impetuosa: Interlaken, un pueblo en medio de dos lagos de 17,5 kilómetros de longitud el de Thun y 14 el de Brienz, conectados por el río Aar que lo cruza y desde donde ya podremos ver las montañas si encaramos nuestra mirada hacia el fondo del valle.
Las soberbias paredes norte del Eiger y el Mönch aparecen en el camino de Manlinchen a Kleine Scheidegg
Vamos, pues, a nuestros puntos de partida excursionistas: Grindelwald (1.034 m) y Lauterbrunnen (795 m), estos dos valles representan dos zonas muy diferentes y complementarias. El primer valle es abierto y soleado en su parte final y lo recorre el río Schwarze Lütschine (río negro). El pueblo cuenta con muchos hoteles, un campo de golf y varias calles con tiendas de todo tipo, para los «turistas montañeros», allí llegan los trenes de Interlaken que continúan hacia la Jungfraunjoch, también parten varios teleféricos que nos llevarán hacia las zonas más altas. Es, pues, un pueblo con una gran oferta turística y bien conectado con todas las zonas de excursiones en verano y con las pistas de esquí en invierno. Ya en la misma estación de tren contemplamos la norte del Eiger, una pared que no nos deja apartar la mirada, nos atrae por su perfecta forma triangular y su inexpugnable brutalidad, una vía que se cobró víctimas desde las primeras tentativas y que hasta que no se venció el 24 de julio de 1938 ayudó a forjar el mito de una de las ascensiones más codiciadas para los escaladores de los Alpes.

Detengámonos un momento en esta vía para saber cómo llegamos a la primera ascensión. El primer intento por la cara norte lo hicieron en 1934 Willy Beck, Kurt Lowinger y George Lowinger, que alcanzaron los 2.900 metros antes de descender por una ventana del túnel del ferrocarril del interior de la montaña. En 1935 dos bávaros, Karl Mehring y Max Sedlmeyer, volvieron al ataque pasando cinco noches en la pared, y en medio de tormentas, aludes de nieve y la niebla, acabarían muriendo congelados en el lugar desde entonces llamado como el Vivac de la Muerte a 3.300 metros de altura. La progresión de los jóvenes había sido observada desde Grindelwald por el gran público con telescopios y el trágico final causó un gran impacto en la prensa internacional. El año siguiente en 1936, serán cuatro escaladores, dos bávaros, Andreas Hinterstoisser y Toni Kurz, y dos austriacos Willy Angerer y Edi Rainer quienes protagonizarán una de las tragedias más impactantes de la pared. El grupo pudo llegar hasta el Vivac de la Muerte pero debido al mal tiempo y que Angerer sufrió serias heridas en la cabeza, debido a la caída de rocas, tuvieron que descender. Durante el ascenso, Hinterstoisser hacía de péndulo con una cuerda para superar una placa caliza, pasaron sus compañeros, y la retiró. Esto será la clave del fracaso ya que tuvieron que descender directamente y después de dos días de mal tiempo acabarían siendo barridos por un alud. Sólo sobrevivió el más joven que iba en medio de la cordada, Toni Kurz que quedó colgando de una cuerda con sus compañeros ya muertos. Los guías acudieron a su rescate y pudieron hablar con Kurz pero no pudieron llegar hasta él, por la mañana volverierón y el joven aún vivía, y después de cortar la cuerda y liberarse de sus compañeros la anudó para llegar hasta los guías, la mala suerte hizo que el nudo topara con el mosquetón, desencadenando el trágico final en la que acabaría muriendo de agotamiento a escasos metros de los guías que lo habían ido a rescatar. En 1937 el intento recayó en Matthias Rebitsch y Ludwig Vorges que lograron subir por encima del Vivac de la Muerte, desde donde tuvieron que retirarse. Aunque el intento no tuvo éxito, fueron los primeros escaladores que volvieron ilesos tras un intento serio sobre la pared.
Arribem així al 1938, any de la seva conquesta, tot i que començarà malament, ja que els italians Bartolo Sandri i Mario Berti, van morir en caure de la paret en ser sorpresos per una tempesta. Les autoritats berneses arribaran a prohibir l’escalada i van amenaçar de multar qui ho intentés de nou. Edward Lisle Strutt, editor de l’Alpine Journal, va arribar a dir de la via que era «una obsessió pels mentalment trastornats» i «la variant més imbècil des que va començar el muntanyisme». Però l’interès per assolir el repte era imparable i entre les diverses cordades d’aquell any, hi havia els alemanys Anderl Heckmair i Ludwig Vörg formant una cordada, i els austríacs Heinrich Harrer i Fritz Kasparek conformant-ne una altra. Van començar a pujar separats per ajuntar-se a la zona de la Travessa Hinterstoisser. L’Ascensió va ser ràpida fins que es van veure atrapats pels allaus de neu a la zona de l’Aranya que van acabar superant, a les 4 de la tarda assolien l’aresta cimera per acabar descendint per la ruta normal quan ja els donaven per desapareguts. Havien estat tres dies els necessaris per vèncer l’Ogre. Aquesta victòria serà molt celebrada pel nazisme que havia fet de l’ascensió a la paret una qüestió nacional, que havia de ser conquerida per joves escaladors de raça ària. Afegirem uns apunts més per dir que la segona escalada a la nord haurà d’esperar fins passada la Guerra Mundial al 1947 i la faran els guies francesos, Louis Lachenal i Lionel Terray. I, que actualment el rècord d’escalada de la paret el té el suís Ueli Steck amb 2 hores 22 minuts i 50 segons. També esmentar que la primera ascensió catalana fou de Joan Manuel Anglada y Jordi Pons que aconseguiren al 1964, escalar la paret en el seu segon intent. I el malaurat intent espanyol al 1963 dels històrics escaladors aragonesos Ernesto Navarro y Alberto Rabadá que van morir a causa del fred i l’esgotament a la zona coneguda com l’Aranya.

Anem, però, a Lauterbrunnen, aquesta és una verdíssima vall tancada en forma de U, creuada pel riu Weisse Lütschine (riu blanc), allargada i ombrívola, també anomenada la vall de les 72 cascades, perquè recull l’aigua de totes les geleres que l’envolten, que cau cap al fons des dels enormes precipicis que conformen la vall. Una torrentera que baixa dels contraforts de la Jungfrau formarà unes famoses gorges a l’interior de la muntanya, les Trümmelbachfälle, impressionant conjunt de cascades interiors on l’aigua baixa amb tota la seva força, en fluir encotillada per les parets de la muntanya. Lauterbrunnen és un poble tranquil, amb els serveis necessaris pel turista de muntanya i té, a més, dos poblets a sobre dels seus murs, Wengen i Mürren, només assolibles per tren o caminant, des d’on ja tenim la perspectiva de totes les muntanyes de la regió, no cal dir que les primeres que identificarem serà el nostre triumvirat de l’Eiger, Mönch i Jungfrau i el Breithorn tot seguit. Aquesta vall, darrerament, també s’ha convertit en un lloc de pràctica habitual de salt base, esport extrem que cada dia compta de més addictes. A Lauterbrunnen acaba el recorregut dels trens que vénen d’Interlaken, llavors connecta amb un cremallera que l’uneix amb la vall de Grindelwald, via Wengen, per la collada on hi ha l’estació d’Scheidegg als peus de l’Eiger, per també connectar amb els trens que pugen a la Jungfraujonch (3.454 m).

En si, tota la regió de la Jungfrau està connectada per trens, telefèrics i autobusos, amb totes les combinacions que puguem imaginar, de les quals en fa gala l’enginyeria Suïssa a l’hora de projectar infraestructures de transport en alta muntanya. De vegades, a vista d’ocell tindrem la impressió que estem contemplant un paisatge fet a mida perquè hi transcorrin els trens i telefèrics, com el que tenen els apassionats de les maquetes ferroviàries a l’habitació més gran de casa.
Tren de Junfraujoch en dirección al Eiger, a su paso por el lago artificial de la Kleine Scheidegg
Llegamos así al 1938, año de su conquista, aunque empezará mal, ya que los italianos Bartolo Sandri y Mario Berti, murieron al caer de la pared al ser sorprendidos por una tormenta. Las autoridades bernesas llegarían a prohibir la escalada y amenazaron con multar a quien lo intentara de nuevo. Edward Lisle Strutt, editor del Alpine Journal, llegó a decir de la vía que era «una obsesión para los mentalmente trastornados» y «la variante más imbécil desde que comenzó el montañismo». Pero el interés por alcanzar el reto era imparable y entre las diversas cordadas de aquel año, había los alemanes Anderl Heckmair y Ludwig Vorges formando una cordada, y los austriacos Heinrich Harrer y Fritz Kasparek conformando otra. Empezaron a subir separados para juntarse en la zona de la Travesía Hinterstoisser. La Ascensión fue rápida hasta que se vieron atrapados por los aludes de nieve en la zona de la Araña que acabaron superando, a las 4 de la tarde alcanzaban la arista cimera para acabar descendiendo por la ruta normal cuando ya los daban por desaparecidos. Habían sido tres días los necesarios para vencer al Ogro. Esta victoria será muy celebrada por el nazismo que había hecho de la ascensión a la pared una cuestión nacional, que debía ser conquistada por jóvenes escaladores de raza aria. Añadiremos unos apuntes más para decir que la segunda escalada al norte tendrá que esperar hasta pasada la Guerra Mundial en 1947 y la harán los guías franceses, Louis Lachenal y Lionel Terray. Y, que actualmente el récord de escalada de la pared lo tiene el suizo Ueli Steck con 2 horas 22 minutos y 50 segundos. También mencionar que la primera ascensión catalana fue de Joan Manuel Anglada y Jordi Pons que consiguieron en 1964, escalar la pared en su segundo intento. Y el desgraciado intento español en 1963 de los históricos escaladores aragoneses Ernesto Navarro y Alberto Rabadá que murieron a causa del frío y el agotamiento en la zona conocida como la Araña.

Lauterbrunnen, es un verdísimo valle cerrado en forma de U, cruzado por el río Weisse Lütschine (río blanco), alargado y sombrío, también llamado el valle de las 72 cascadas, porque recoge el agua de todas los neveros que lo rodean, y cae hacia el fondo desde los enormes precipicios que conforman el valle. Una torrentera que baja de los contrafuertes de la Jungfrau formará unas famosas gargantas en el interior de la montaña, las Trümmelbachfälle, impresionante conjunto de cascadas interiores donde el agua baja con toda su fuerza, al fluir encorsetada por las paredes de la montaña. Lauterbrunnen es un pueblo tranquilo, con los servicios necesarios para el turista de montaña y tiene, además, dos pueblecitos encima de sus muros, Wengen y Mürren, sólo alcanzables por tren o caminando, desde donde ya tenemos la perspectiva de todas las montañas de la región, no es necesario decir que las primeras que identificaremos será nuestro triunvirato del Eiger, Mönch y Jungfrau y el Breithorn a continuación. Este valle, últimamente, también se ha convertido en un lugar de práctica habitual de salto base, deporte extremo que cada día cuenta de más adictos. En Lauterbrunnen termina el recorrido de los trenes que vienen de Interlaken, entonces conecta con un cremallera que le une con el valle de Grindelwald, vía Wengen, por el collado donde se encuentra la estación de Scheidegg a los pies del Eiger, para también conectar con los trenes que suben a la Jungfraujonch (3.454 m).

En sí, toda la región de la Jungfrau está conectada por trenes, teleféricos y autobuses, con todas las combinaciones que podamos imaginar, de las que hace gala la ingeniería Suiza a la hora de proyectar infraestructuras de transporte en alta montaña. A veces, a vista de pájaro tendremos la impresión de que estamos contemplando un paisaje hecho a medida para que transcurran los trenes y teleféricos, como el que tienen los apasionados de las maquetas ferroviarias en la habitación más grande de casa.
Vista aérea de la cola del Valle de Lauterbrunnen
La zona de la región Jungfrau-Alesch fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001, ya que se consideró un ejemplo excepcional de la formación de los Altos Alpes, que comprende la mayor parte de la superficie helada de la cordillera alpina y el mayor glaciar de Eurasia. El singular valor de la región no sólo es representado por su belleza, sino también por la abundante información que proporciona sobre el cambio climático y la formación de las montañas y glaciares. Como último apunte se consideró que su paisaje ha influido también en el arte, la literatura, el montañismo y el turismo alpino del continente europeo. Hay varios caminos que están marcados específicamente como recorridos por el Patrimonio Mundial de la Unesco.

Como podemos ir intuyendo, pues, las excursiones por la zona son infinitas y adaptables a todos los gustos y dificultades. Nosotros hemos escogido unas que nos situarán en las diversas zonas de la región y que nos harán disfrutar de los rincones más clásicos de cada zona. Las reseñas no quieren ser una descripción de cruces y direcciones a seguir porque encontraremos señales indicativas cada vez que las necesitemos y realmente el dicho que «no hay pérdida» se cumple con la señalización que hay. Por tanto lo que describiremos será más el tipo de terreno que podremos encontrar en cada salida para así poder tener más criterio a la hora de planificar nuestras excursiones según nuestras preferencias.

FRANCESC CATALÀ

Lleida, 1966. Filólogo y responsable de producción de la editorial de la Universidad de Lleida, perteneciente al Centre Excursionista de Lleida y dirige la revista de cariz sociocultural Arts. Su pasión por el montañismo y los viajes lo han llevado por Asia, América y Europa, con preferéncia por los Alpes. El esquí de fondo, bicicleta de montaña y alpinismo son las actividades a que se dedica cuando las letras le dan tregua.
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