Desde una perspectiva holística integra los elementos más puramente físicos de la naturaleza con el ser humano y sus necesidades. Reflexiona y divaga como el medio y el paisaje influyen en el hombre, en su pensamiento y en sus reflexiones, y a veces también en sus sentimientos. Nos enseña los paisajes que transita, pero también a mirarlo, sentirlo, percibirlo. Tiene una mirada muy plástica y notablemente sensitiva. Las piedras, los árboles, los ríos, cogen vida y cobran un nuevo sentido en los textos de MACFARLANE.
El libro no hace una apología de los grandes viajes, sino los caminos cercanos, a veces al lado de casa, muchos de ellos en desuso, humildes y olvidados, de dimensiones humanas, que siempre nos acercan a la naturaleza, en cierto sentido rehuyendo la épica. Caminar y los viejos caminos son historias humanas, antiguas, que podemos hacer nuestros.
En un momento como el actual, de exaltación de la vertiente deportiva y a menudo también competitivo para la sociedad contemporánea de cualquier actividad en el medio, este texto pone en valor los caminos como concepto, donde radica un poso cultural, humano, geográfico y paisajista y las huellas de pueblos antiguos. Son constantes las referencias culturales y envuelve las descripciones de los caminos de cultura, como una cebolla, donde cada capa es la aportación de una época, de un escritor, de un viajero, de un poeta, de un pintor o un filósofo y consigue elevar a la categoría de concepto cultural los viejos caminos.
Este texto es un extraordinario libro de no ficción, de estilo pausado y elegante con páginas serenas, que destilan cultura por todos lados. No nos cansaremos de recomendarlo a cualquiera, pero especialmente a los amantes de caminar y los caminos. Libro soberbio servido por una traducción modélica, muy rica y precisa.