Sobre la belleza, BUHL hace una peripecia y en el mismo capítulo, los peligros del hielo pasa a lo que denomina «alegrías«. Convaleciente, tras romperse la pata esquiando en una carrera escribe «que incluso fuera de la montaña la vida aún puede ofrecerle a uno ciertas alegrías«. Con un tono más desenfadado, dice: «a mí ya se me ha visto muchas veces con chicas, yendo a escalar o abajo, en el valle«. Y añade, políticamente incorrecto: «Sin duda, constituyen estas adorables criaturas un peligro para más de un montañero, y lo apartan de sus ideales. Pero yo me conozco de sobra para saber hasta donde puede llegar a influirme el elemento femenino«.
Sobre la belleza, Buhl habría alucinado, sin duda, si el año 54 las mujeres hubieran escalado y esquiado como lo hacen hoy, de igual a igual con los hombres tanto en los retos, como en los grados, como en los proyectos.