LA UTOPÍA DE LA SEGURIDAD

Columna escrita por DANI BRUGAROLAS y publicada en la revista VÈRTEX

«¿Qué personal técnico supervisa la construcción de vías de escalada y garantiza el mantenimiento? ¿Dónde termina el riesgo asumido y comienza la responsabilidad penal?» Lanzaba las preguntas MIQUEL COLOMER, del Centre Excursionista Saltenc, en una carta publicada en el número 240 de Vèrtex. Había hecho el descenso de la Riera de Sant Aniol, en la Garrotxa, y reclamaba a las administraciones que se hicieran cargo del deplorable equipamiento del barranco.

Unos días antes, un escalador moría cuando una piedra cortó la cuerda, en Fátaga, una escuela de escalada bastante transitada de la isla de Gran Canaria. En una publicación especializada se preguntaban «¿Quién es el responsable del mantenimiento de una escuela de escalada?» y la compañera del fallecido pedía que los ayuntamientos se se hicieran cargo, ya que se les podía considerar responsables en caso de accidente, debiendo indemnizar a las víctimas si se presentaban denuncias.
Cada vez más gente se escapa a la montaña. Bajan un barranco, suben una ferrata o practican deportiva sin pensar en los riesgos ligados estrechamente a todas estas actividades.

Más gente, pero menos preparada. No es ningún secreto que cuanto más seguridad se asocia a una actividad de riesgo, más probabilidades hay de hacerse daño; en confiarnos y no necesitar una preparación física y técnica obligadas para afrontarla. Un buen mantenimiento de las zonas de escalada puede implicar también más imprudencias. Por lo tanto, este mantenimiento no excluye, ni mucho menos, la posibilidad de hacerse daño.

En caso de que ahora mismo alguien presentara una denuncia contra un equipador o contra una administración como responsables civiles de un accidente, ¿qué juez los declarará culpables, cuando es el accidentado el que asume el riesgo de la actividad que libremente decide practicar? ¿Hay escaladores que no sean conscientes del riesgo que conlleva el deporte que practican? ¿Es posible eliminar el riesgo de la escalada?

Querer garantizar la seguridad al 100% es una utopía que conllevaría la desnaturalización del entorno, la urbanización del espacio natural con el fin de eliminar los riesgos inherentes. Y como toda utopía es excluyente: o se escala de forma segura o no se escala. ¿Pero qué futuro queremos? ¿Administraciones controlando quién escala y quién no? ¿Escuelas de escalada cerradas por falta de presupuesto para mantenerlas? ¿Cuando se acabaría, de hecho, la adaptación de las paredes a unas normas de seguridad articuladas?
La escalada, el descenso de Barrancos o la Espeleología son deportes de riesgo. Hacerse daño debe entrar en nuestros cálculos. Por muchas precauciones que tomemos, es precisamente la falsa sensación de seguridad y la poca preparación técnica lo que puede potenciar muchos accidentes.

Cada día más escaladores son menos conscientes de que deben asumir una responsabilidad y que cualquier despiste, por pequeño que sea, puede tener consecuencias fatales. El medio natural es salvaje por definición. Intentar erradicar el riesgo lo convertiría en un nuevo espacio urbano, donde si nos hacemos daño siempre hay alguien a quien reclamar «daños y perjuicios».

Hurgar las administraciones para que tomen decisiones y inicien un debate que intente regular las escuelas de escalada o las gargantas puede terminar despertando al lobo. Entonces muchos se pondrán las manos en la cabeza y lamentarán que finalmente hayamos «urbanizado» unos entornos que hasta ahora se mantenían salvajes.

DANI BRUGAROLAS

Nacido en Barcelona en 1973, periodista y escalador desde muy joven.
Ha realizado escaladas de tipo clásico y big-walls en el país en Europa y Estados Unidos.
«De la escalada, valoro por encima de todo dos cosas:
el conocimiento de uno mismo a través de la plasmación en las paredes de las propias carencias,
y el aprecio por los compañeros y compañeras de cuerda que, en ciertas circunstancias, supera la estima familiar.»
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